El freno que la oposición puso a la Reforma Eléctrica propuesta por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador generó en el bloque conformado por su partido oficial y sus aliados, una suerte de revanchismo en la que el sector oficialista parece ahora querer cobrar venganza haciendo todo lo que esté a su alcance para tampoco dejar avanzar cualquier propuesta que salga de la oposición.
Con esto se da una colisión de partidos que lo único que traerá será parálisis en el Congreso, donde las reformas constitucionales que quiere el Presidente no van a pasar porque no tiene mayoría. Y las que busque la oposición tampoco van a pasar porque ya Morena y su bloque anuncian que no los van a acompañar en ninguna propuesta que presenten.
Ha sido solamente confrontación desde que el bloque opositor consiguió detener la reforma eléctrica, con veladas campañas de odio que se lanzan desde ambos bandos, no exclusivamente de uno, donde las acusaciones de traición se han convertido en el tópico habitual de las peroratas de ambas partes.
Y se abre un gran abismo entre ambos bandos sobre el cual se avizora muy difícil el establecer puentes para iniciativas que pudieran representar un beneficio para los gobernados, quienes se convierten así en rehenes y damnificados de una reyerta que no es sino el reflejo político de la polarización en la que se ha sumergido al país.
Por ejemplo, una determinación tan importante como la homologación de los registros civiles en todo el país, que solo requiere el aval de los legisladores, se empantana por este desentendimiento que hay entre los bandos y en el que ninguno está dispuesto a ceder terreno.
No debe generarse una parálisis en la política, en el diálogo, pues en las iniciativas y propuestas que se hacen en nombre de los gobernados, debe haber análisis y negociación entre todas las partes consultadas, pues solo así se garantiza que saldrá una solución estudiada y consensuada, y que lo que menos se quiere es cerrazón de las partes y que una trate de imponer a la otra su visión de las cosas como si fueran verdades inamovibles.
En este escenario, la ruta que está tomando el país es la cancelación del diálogo y el endurecimiento de las posiciones, que en nada beneficia al pueblo que queda en medio de este barranco que se abre en el poder legislativo. Se trata de un juego de vencidas en el que nadie gana y todos perdemos. Los diputados y senadores, del bloque que sean, deben pensar que trabajan para las personas, no para sus fracciones.