Pocas cosas son más mexicanas que el maíz, un cultivo arraigado en la identidad cultural y culinaria del país. En los últimos 30 años, el maíz también se ha convertido en un pilar del comercio entre México y Estados Unidos, así como uno de los mayores ejemplos de la integración económica en Norteamérica. Sin embargo, las acciones del gobierno mexicano ponen en riesgo tanto el bienestar de las familias mexicanas, como la seguridad alimentaria del país.
Aunque México es autosuficiente la producción de maíz blanco que usamos en tortillas, la historia es diferente cuando hablamos de maíz amarillo. El maíz amarillo, en su mayoría genéticamente modificado (OGM), es un insumo básico en las industrias pecuaria y agroindustrial. El 99% de las importaciones mexicanas de maíz amarillo provienen de Estados Unidos, un comercio valorado en $5,300 millones de dólares en 2023. Sin las importaciones de maíz amarillo estadounidense no podría cubrirse la demanda nacional de carne, cerdo, huevo y leche, entre otros productos de la canasta básica mexicana sin desatarse importantes aumentos en precios.
Igualmente, México es un mercado clave para los agricultores estadounidenses en Iowa, Illinois, Nebraska y Missouri. México recibe el 40 % de las exportaciones estadounidenses de maíz amarillo, de las cuales dependen más de 130,000 empleos en Estados Unidos. Tan sólo el año pasado, México superó a China y a Canadá como el mayor mercado de exportación agrícola de Estados Unidos.
A pesar de esta interdependencia, las políticas implementadas durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y ahora bajo la presidenta Sheinbaum están poniendo en peligro este profundo vínculo económico. Los decretos que prohiben el maíz amarillo para consumo humano y el esfuerzo por eliminar su uso en alimentación animal llevaron a Estados Unidos y Canadá a presentar una disputa bajo el T-MEC.
En diciembre de 2024, un panel del T-MEC concluyó que las restricciones a importaciones de maíz amarillo por parte de México violaban las normas de acceso al mercado y seguridad alimentaria del tratado. Igualmente, el panel resolvió que las medidas impuestas carecían de evidencia científica, afectaban los flujos comerciales y generaban incertidumbre para los exportadores de Estados Unidos y Canadá.
Ahora, la presidenta Sheinbaum enfrenta una decisión crucial: cumplir la decisión del panel o arriesgar importantes consecuencias económicas y estratégicas. Hasta ahora, Sheinbaum anunció su intención de prohibir la cosecha y el consumo humano de maíz amarillo a nivel constitucional, una medida que no resolvería el incumplimiento mexicano del T-MEC.
La respuesta de México ante el panel definirá el rumbo de las relaciones entre México y Estados Unidos, especialmente una segunda administración de Trump y la revisión programada del T-MEC en julio de 2026. No cumplir con el fallo conlleva tres riesgos importantes:
El primer riesgo son las represalias económicas. Si México desafía el fallo, una administración de Trump podría responder con aranceles de hasta $5,000 millones de dólares a exportaciones mexicanas como autopartes, aguacates y tequila. Estos aranceles perjudicarían la economía mexicana mientras aumentarían los precios para las familias estadounidenses. Al mismo tiempo, restringir las importaciones de maíz amarillo podría desestabilizar el suministro alimentario en México, elevando los precios de productos básicos como el pollo, el cerdo y la leche, afectando desproporcionadamente a los hogares más pobres.
En segundo lugar, el incumplimiento debilitaría la posición de México en revisión del T-MEC en 2026. Al incumplir, Trump podría exigir concesiones en comercio automotriz, estándares laborales o política energética. Cabe señalar que Estados Unidos tampoco ha cumplido con un panel del T-MEC sobre las reglas de origen automotriz desde hace más de dos años. Aunque la inacción de Washington sienta un mal precedente, un incumplimiento adicional por parte de México erosionaría aún más la credibilidad del acuerdo.
Finalmente, no resolver la disputa del maíz debilitaría la capacidad de Norteamérica para presentar un frente económico unido frente a la creciente competencia global, especialmente de China y Rusia. Al incumplir con el T-MEC, la región corre el riesgo de perder su ventaja competitiva en comercio, inversión y seguridad alimentaria.
Una Prueba de Liderazgo
La forma en que la Sheinbaum maneje este reto definirá su legado y el lugar de México en la región. El actual gobierno debe reconocer que proteger la integración económica es tan crucial como preservar el patrimonio cultural de México. Un objetivo no está peleado con el otro.
El camino a seguir es claro: 1) México debe derogar los decretos de 2020 y 2023 para restaurar el cumplimiento con el T-MEC; 2) abandonar la propuesta de prohibición del maíz amarillo para evitar escalar las tensiones comerciales y; 3) reconstruir la confianza al colaborar con sus contrapartes estadounidenses para explorar prácticas agrícolas sostenibles e innovación tecnológica.
Como dice el dicho: sin maíz no hay país. Pero sin integración económica, no hay prosperidad ni oportunidades de crecimiento. México y Estados Unidos deben proteger los avances con la integración comercial en Norteamérica.
Catedrático Bersin-Foster para Norteamérica en el Woodrow Wilson Center @diegombtr