Amable lector: mientras seguimos a la espera de las respuestas al cuestionario enviado a las diversas instancias federales, estatales y municipales, así como a las instituciones de salud sobre la calidad del agua que consume la población, retomaremos los datos más impactantes y preocupantes que dieron pie a esta valiosa información publicada por EL UNIVERSAL en diciembre de 2015.

La presa San Miguel, en San Miguel Allende, Gto. por ejemplo, recibe todas las descargas de los municipios que están aguas arriba y todas llegan a la presa, de modo que está contaminada con coliformes fecales, y debido a la explotación tan amplia que hay del acuífero, filtra esa agua y regresa al acuífero y los pozos cercanos aparecen contaminados con materia orgánica o bacteriana y muchos han tenido que cerrar. Sin embargo, aclara el doctor Marcos Adrián Ortega del CGEO de la UNAM, las filtraciones son más comunes en el sureste del país. Cuestionado al respecto, el doctor en hidrología Rafael Huizar Álvarez, explica que sí existe la posibilidad de que numerosos pozos se contaminen con bacterias. Ejemplifica con los ubicados en el sur de Ciudad México, una zona que tiene como característica geológica la roca volcánica. Debido a la resistencia de ésta, asegura, es común que se omita el ADM, una tubería de protección que aísla a la bomba de cada pozo. “Se trata de una condición demasiado vulnerable, porque las rocas están demasiado fracturadas y llegan directamente y con facilidad al subsuelo, de modo que el agua de recarga puede llevar un sinfín de contaminantes, entre ellos la bacteriana”.

En resumen, Huizar Álvarez dijo que las enfermedades bacterianas se combaten fácilmente con medicamentos, no así el cáncer ni las enfermedades asociadas al fluoruro, que está comprobado su influencia dañina a niveles genéticos y su impacto en abortos. Tal parece, dijo, que la autoridad es cómplice en el mercado del agua, como no da agua de calidad, la gente no confía y tiene que comprar embotellada o consume refrescos. Lo peor, señaló categórico, es que la población termina pagando por enfermarse, porque el refresquero se ocupa de tratar el agua, pero no puede quitarle la composición química, los contenidos de fluoruro o arsénico.

Amable lector: esta información, que no es caduca o desfasada, viene a colación, porque las enfermedades crónico-degenerativas van en aumento, al grado de que algunas, como bien sabemos, ya son epidemia. Y así lo confirma el Lic. Zoé Robledo Aburto, director general del IMSS en su columna semanal en Milenio del 5 de enero pasado. “Los otros enemigos”: - Enemigos que ya nos llevan varias batallas ganadas: sobrepeso, obesidad, hipertensión y diabetes. En 2019 el IMSS dio 15.9 millones de consulta a personas con diabetes-2° lugar de motivos de consultas- y casi 600 mil de especialidad para atender complicaciones crónico-degenerativas por esta enfermedad. Del gasto total del IMSS para atender enfermedades crónico-degenerativas, señala, 48 por ciento es para pacientes con diabetes, lo que representa un gasto de 39 mil millones de pesos anuales. A pesar de los esfuerzos, en los últimos diez años la prevalencia de personas con diabetes no disminuyó. Hace un año, precisa, ya advertíamos que los esfuerzos por prevenir la obesidad habían sido deficientes y que teníamos una urgencia: promover mejores hábitos alimenticios y el desarrollo de actividades físicas. Y empezar con nuestro personal, donde 40 por ciento presenta sobrepeso.

Amable lector: ante este desolador panorama sanitario, el objetivo de este seguimiento periodístico es evitar que la población y los niños y jóvenes, sobre todo, consuman, además de agua contaminada, refrescos y toda clase de bebidas azucaradas y energizantes que son dañinas para la salud. Ya no se trata de difundir inútiles recomendaciones ni de elaborar burdos carteles o folletos que no conducen a nada. Todo eso es dinero mal invertido que no cumple su objetivo. El que en un producto envasado se advierta sobre los excesos de azúcares, sodio, calorías o grasa, no es ninguna garantía de que el consumidor lo tomará en cuenta. Esa no es una medida sanitaria, sino política, porque nadie reparará en esa débil e inútil advertencia. Lamentablemente, por cuestiones políticas, por aquello de proteger a las empresas, el gobierno nunca emitirá un decreto-ley que prohíba la producción de bebidas azucaradas en exceso, y mucho menos prohibir su consumo.

Si tan solo en el IMSS ya se están presentando cifras catastróficas derivadas de esas enfermedades epidémicas, no se explica por qué las autoridades sanitarias autorizan la producción y venta de esas bebidas con excesos de azúcares, cuando bien sabemos que el pueblo mexicano no tiene cultura preventiva de nada como para comprender lo dañino que son los alimentos “chatarra”. Esto no es cosa de “cada quién”, ni de gustos, sino de responsabilidad gubernamental. ¿Para qué provocar más epidemias?

Si México está en los primeros lugares de obesidad y diabetes a nivel mundial, ¿Por qué se permite este grave atentado a la salud y a la vida de los niños y jóvenes principalmente?

Complemento de la respuesta a la pregunta número 6 del cuestionario dirigido al SACMEX. – Párrafo único. Con estas acciones se evita sacar el agua de los estratos arcillosos donde la velocidad del paso del agua es lenta, y por la estructura en forma de panal de abeja se afecta, o no se recupera cuando el agua vuelve a llegar a ella (fenómeno de consolidación de las arcillas).

diegoalcalaponce@hotmail.com

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