Tal como aseveró Antonio Guterres, Secretario General de la ONU en Estocolmo, Suecia el 02/06/22 en la cumbre de la Asamblea General de dicho Organismo que, a pesar de las iniciativas y avances en la protección del planeta, los sistemas naturales de la Tierra ya no pueden satisfacer nuestras demandas, y que en su oportunidad dimos a conocer, valga la ocasión, amable lector, para recordar y retomar la importancia que esto conlleva. Es tal la aseveración, que el líder mundial, en tono desesperante, urgió a los delegados a dicha cumbre emprender acciones inmediatas contra la “crisis planetaria triple” que ya enfrentamos. ¡Sáquennos de este lío!, suplicó…

Desde el momento en que se advierte que los sistemas naturales de la Tierra ya no son capaces de satisfacer nuestras necesidades, no queda más que reconocer, y aceptar, que esto ya no es normal y que algo realmente grave puede ocurrir dentro de algunas décadas. Y tal como ya se ha dicho en otras ocasiones, que la Tierra está “enferma” desde hace rato, no es nada exagerado, porque los síntomas y las consecuencias de esos terribles males están a la vista. Tengamos presente que muchos cambios derivados de las emisiones de gases de efecto invernadero, desde el inicio de la era industrial principalmente, son irreversibles por siglos y hasta milenios, sobre todo en los océanos, las capas de hielo y el nivel del mar.

Estos son, tan solo, algunos datos duros más que se suman a la larga lista de los ya conocidos, pero que no están por demás tenerlos presentes para sus posibles soluciones, así como el tiempo que se lleva en la degradación de algunos productos de consumo. El plástico, por ejemplo, es uno de los materiales que más tarda en descomponerse, se calcula que demora entre cien y mil años en desintegrarse. Pero, lamentablemente, el plástico y sus derivados no solo están en el medio ambiente, sino también en el agua para consumo humano. Estos son algunos países y ciudades con porcentaje de fibras plásticas en el agua: - Beirut 94, Nueva Delhi 82, Yakarta 76, Kampala 81, Yakarta 76, Quito 75, Estados Unidos 94, Europa y el resto del mundo 83 por ciento. Recientes investigaciones demuestran que ya hay presencia de microfibras en los grifos de países de casi todo el mundo.

Según la OMS, la contaminación del aire provoca más de siete millones de muertes prematuras al año y causa 26 por ciento de los fallecimientos por cardiopatía isquémica, 29 por cáncer de pulmón y 43 por ciento por enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Los miles de millones de toneladas de todo tipo de desechos completan el desolador panorama de contaminación ambiental que ya está costando más de nueve millones de vida en el mundo. ¿Acaso es ésta una epidemia más presente desde hace mucho, pero debido a que no es un contagio colectivo y de efectos inmediatos, las autoridades sanitarias la minimizan, o de plano la ignoran?

Son tantos los productos elaborados con material sintético, que luego de su uso son desechados irresponsablemente al medio ambiente o al mar. Sin importar el lugar donde se encuentren depositados, muchos de ellos persistirán por muchos años, sino es que por siglos y hasta milenios. Así, por ejemplo, las colillas de cigarros, de uno a 12 años, envases de leche y similares hasta cinco años, productos de cuero como zapatos y bolsos, entre 25 y 40, ropa sintética de 30 a 40 años. Toallas sanitarias y pañales desechables de 500 a 800, bolsas de plástico de 15 a mil años.

¿Sabe usted, amable lector, en dónde están depositados los millones de toneladas de material sintético que no se degradan tan fácil y rápidamente como se cree? En el caso de las toallas sanitarias, que comenzaron a comercializarse poco después de la Primera Guerra Mundial, y los pañales “desechables” hace más de 60 años, por ejemplo, de los primeros que fueron fabricados, a menos que hayan sido incinerados, lo más seguro es que se encuentren todavía en algún rincón del planeta “esperando su turno” para ser degradados por el tiempo, porque “desechables”, tal como son promocionados todavía para su venta, no lo son, sino todo lo contrario: “Eternamente perdurables”.

Y son estos, tan solo algunos de los tantos datos duros, amable lector, que irónicamente, no pierden vigencia, -por el contrario-los que obligan a seguir insistiendo en su publicación con la esperanza de que algún día nos atrevamos a prestarles la debida atención para no tener que lamentarnos después. Desde luego que, debido al acelerado avance del deterioro de nuestro planeta como ya se sabe, no será tan fácil, pero, aun así, como bien se dice que, no hay peor lucha que aquella que no se hace, pues no queda más que emprenderla cuanto antes.

Y viéndolo bien, no lo hagamos por nosotros los adultos mayores, que ya no “sufriremos” tanto las terribles consecuencias del acelerado cambio climático presente desde hace rato, sino por los que vienen y aún por los niños actuales que, ineludiblemente, ya comienzan a resentir los efectos de estos trastornos catastróficos que cada vez serán peores. Ahora, si saber que 25 por ciento de las enfermedades corresponden a riesgos ambientales y más de nueve millones de muertes prematuras al año en el mundo por la contaminación y los desechos no son como para preocuparse tanto, y menos para sensibilizarse, pues…

Si ya estamos en “código rojo” y ¡alerta máxima!, la responsabilidad y el sentido común, obligan a proceder a la defensa, no a la indiferencia. Tenga presente, amable lector, como ya se ha advertido, que ya no hay tiempo que perder, ni pretextos para excusas. Continuará…

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