Una actitud muy común, de aquellos que nos tomamos el riesgo de opinar de manera pública, es hacerlo desde las comodidades que otorga la academia o enterándonos solamente a través de noticias, libros o artículos académicos. Vivirlo en carne propia hace una diferencia enorme. Por ejemplo, desde sus inicios hay quienes aplauden al sistema de pensiones basado en afores, ¿alguna vez habrán intentado resolver un problema a través de su Afore? ¿Habrán solicitado recursos por desempleo o boda? Hay que vivirlo para darse cuenta de las áreas de oportunidad que tienen dichas instituciones. Esta semana viví de primera mano una experiencia con el IMSS, ésta la aplaudo, no todo es miel sobre hojuelas, pero definitivamente tenemos un mejor México con esta institución que si no existiera.
Después de un largo proceso administrativo fui sometido a una cirugía ambulatoria. De modo por demás súbito, el miércoles me avisaron que tendría lugar el viernes. Precipitado, pero afortunadamente logré realizar las gestiones laborales que me permitieron estar todo el viernes en el quirófano. Éramos muchos en la fila, las cirugías se hacen en serie. Por un momento me sentí como ganado en espera de ser marcado.
Precisamente que haya tantos casos provoca que enfermeros, enfermeras y camilleros se conviertan en maestros en lo que hacen: ágiles, pareciera que no cuesta trabajo aplicar un suero o vendar una herida. Me atrevo a pensar que lo podrían hacer con los ojos cerrados. La anestesióloga merece una felicitación a parte: no sentí nada cuando inyectó la sustancia adormecedora.
El personal médico es de talla internacional. Tuve la fortuna de ser operado por médicos jóvenes en su mayoría, que traen consigo conocimiento fresco de sus universidades y lo contrastan contra la realidad en el IMSS. Me percaté, antes de que la anestesia hiciera su trabajo, que el médico de mayor edad parecía estar enseñando a los más jóvenes, que no tendrían más de treinta y cinco años. Excelente. En todos los sectores del país necesitamos sangre nueva, y que mejor que ir formando en campo a los siguientes cuadros.
Al salir del quirófano vino lo menos grato: un cuarto grande donde había mucho personal en recuperación. No había cuarto por paciente y cama o camastro de lujo. Los espacios son colectivos. Afortunadamente todos estábamos igual, por lo que no percibí herida la dignidad de ningún paciente, pero esto es diferente en el sector privado, donde hasta TV privada se tiene.
Al escribir estas líneas sigo en recuperación. Con molestias, pero muy bien. Me siento contento por que existe el IMSS. Pero no todo es de primer mundo. El proceso comenzó hace meses. Afortunadamente no era cuestión de vida o muerte, por lo que pude esperar. La logística en los estudios de laboratorio tiene muchas áreas de oportunidad. Tal vez es la saturación por tanto paciente, falta de material o de comunicación entre las diferentes áreas del Instituto, el hecho es que pasaron casi tres meses entre la primera prueba de laboratorio y la cirugía. De no haber tenido el espacio, habría tenido que partir de ceros.
Algunos estudios médicos los hice por cuenta propia. Compré tiempo. Creo que es una buena alternativa para acelerar los procesos: convenios con laboratorios privados para que, los pacientes que puedan, se hagan los estudios fuera del IMSS a precio de convenio entre el Instituto y laboratorios privados. Podría ahorrarse tiempo entre estudios y cirugía.
En cualquier caso, es mucho mejor tener al instituto de salud que no tenerlo. Hay muchos pacientes y poca infraestructura. Hay áreas de oportunidad para mejorar, por lo que definitivamente conviene fortalecerlo y hacerlo más funcional.
Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM