Darío Ibarra y Gustavo Acua Popocatl
La votación final del T-MEC en el Congreso de Estados Unidos refleja un consenso bipartidista en torno al tipo de política comercial propuesta por el presidente Donald Trump para América del Norte. La cámara de representantes emitió 385 votos a favor y sólo 51 en contra siendo 435 el total de representantes o diputados; el senado votó 89 a favor y sólo 10 en contra. El contraste con los votos que decidieron en EE. UU. la entrada en vigor del TLCAN en 1993 no puede ser mayor: 234 por sí en la cámara frente a 199 por el no, y 61 a favor en el senado por 38 en contra. Confróntense este apoyo con los conflictos que se le presentan a una presidencia -aparentemente- socavada por el juicio político que está a punto de tener lugar en el propio congreso, la interpretación de todo esto es que el T-MEC fue considerado por los legisladores como una gran ganancia para su país.
Entre los beneficios obtenidos por EU están los siguientes: Estados Unidos negoció dos acuerdos bilaterales, más que uno de carácter regional o trilateral, y durante las negociaciones del T-MEC amenazó constantemente con dejar fuera del acuerdo a México o a Canadá, y privilegiar las relaciones comerciales del país que aceptara sus reglas, dejando al margen al que no lo hiciese. Recuérdese que, en esta estrategia de negociación bilateral, las pláticas comenzaron entre EU y Canadá amenazando a México con quedar fuera, y concluyeron con México como el socio comercial que primero aceptó las nuevas reglas del juego, e intimidando ahora a Canadá con dejarlo aislado.
La iniciativa para renegociar siempre vino de la presidencia de EU: estuvo presente en la campaña electoral de Trump como una de sus prioridades comerciales, y desde que tomó posesión puso plazos específicos para sentar a la mesa a sus contrapartes de América del norte.
La renegociación del TLCAN no estuvo presente ni en la plataforma electoral de Enrique Peña Nieto, ni en su plan nacional de desarrollo; tampoco estuvo en la campaña electoral de Justin Trudeau para ser elegido primer ministro de Canadá. Sin embargo, esta renegociación no partió de cero, ya que los funcionarios de los tres países se habían encontrado en reuniones previas y habían llegado a acuerdos que de alguna forma actualizaban parte del TLCAN, aunque muchos de ellos resultaron fallidos como sucedió en las negociaciones de los temas de la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio, en las rondas para la creación del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la ronda para crear el Tratado Transpacífico (TTP) por citar las más importantes. Con estos antecedentes no se esperaba que la negociación del T-MEC durase más de un año como ocurrió; la prolongación de su entrada en vigor se debió al proceso de ratificación por parte del congreso.
Con estas estrategias de negociación EU logró que México reformase sus leyes laborales, que se comprometiera a incrementar sus salarios en un sector tan competitivo como el automotriz, que el nuevo acuerdo contuviese nuevas reglas de origen para evitar la desviación del comercio o la triangulación del mismo, así como que estas mismas reglas de origen fueran más transparentes; al mismo tiempo obtuvo de Canadá la apertura de sectores que este país mantuvo fuera del TLCAN como el agropecuario, entre otros.
¿México es el perdedor neto de estas negociaciones? No necesariamente. Si hay algo que México y Canadá pueden aún presumir, es que América del Norte sigue siendo una prioridad en la agenda comercial y de seguridad con los Estados Unidos, al grado que fue la única región con la que Trump estuvo de acuerdo en mantener relaciones comerciales basadas en normas, pues en todo momento la presidencia de EU amenazó con sanciones (y las aplicó como pasó con China y la Unión Europea), y también intimidó con salirse de la OMC y en general, no respetar los acuerdos comerciales. Para algunos países, estar fuera de la agenda comercial de EU significa perder oportunidades cruciales para su crecimiento económico. América del Norte es aún, una región estratégica para ellos.
La estrategia seguida por EU muestra que su poder de negociación es grande. Tendrán que pasar algunos años para evaluar si este nuevo tratado es más o menos ventajoso para nuestro país, lo que es evidente desde ahora, es que a nuestro vecino del norte le resultará favorable.
Profesores de Tiempo Completo del Centro Universitario UAEM Nezahualcóyotl.