Es incuestionable que el auge o fracaso de las grandes empresas determina que haya crecimiento o crisis no sólo en las economías nacionales, sino en el mundo entero. El nuevo milenio dio paso a la recesión de las empresas llamadas punto com, o dot com en inglés, organismos que crecieron a través del desarrollo tecnológico y que, sin bien no trajeron consigo una crisis internacional de las que quedan marcadas en la Historia, sí por lo menos pusieron en jaque a la economía del mundo. 2008 fue otra historia: la inestabilidad de algunas grandes empresas, sumado a otras circunstancias, dio lugar a una de las más grandes crisis financieras que se han tenido en el pasado reciente. Parte de las causas de estos desequilibrios obedecen al factor Gobernanza Corporativa, es decir, al modo en que se administran las organizaciones, la ética, transparencia e incentivos para no divulgar información falsa. Un término que se acuñó a inicios del milenio fue el de “contabilidad creativa”, que ocultó la realidad financiera de muchas empresas cotizantes en bolsas de valores y que fueron factores que contribuyeron a las crisis globales.
Probablemente el principal problema relacionado con la influencia que tienen las grandes empresas sobre el rumbo que siguen las economías del mundo, se centra en la transparencia de la información. No se trata sólo de la información financiera, como se mencionó antes, sino de procesos que pueden implicar explotación de mano de obra infantil o bien de “disfrazarse” de empresa amigable con el medio ambiente. Estos dos elementos son parte de los términos Ambiental y Social correspondientes a los indicadores no financieros de las empresas. El sólo hecho de que se tenga transparencia al respecto, es ya un indicador de buena gobernanza.
Las grandes organizaciones no deben dejarse en manos de una sola persona. Los puestos claves implican poder y si éste corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente. En el caso de un país un contrapeso es el congreso, en México ambas cámaras: diputados y senadores, cada país con sistemas democráticos tiene su equivalente. Algunas universidades cuentan con consejos de Gobierno, donde suelen dar voz y voto a docentes, alumnos y administrativos. Las empresas deben contar con consejos de administración que acoten el poder que puede tener el director general de la empresa. Cada consejo es parte de lo que se denomina Gobierno Corporativo.
No basta decir que se cuenta con esta estructura administrativa. Algunos países han incorporado explícitamente la palabra “democrático” en su nombre oficial, pero no basta con nombrarlo: hay que ejercerlo. Lo mismo ocurre con el Gobierno Corporativo: los consejeros deben tener la capacidad, conocimiento y voluntad de tomar las decisiones que marcarán el rumbo de la organización. En el sector privado se estila tener consejeros externos, que de algún modo representan al consumidor final, otras estructuras de Gobierno no tienen esta figura y tal vez sería pertinente tenerlas. Por ejemplo, organizaciones como la UNAM podría tener consejeros independientes, no docente, no alumno, no administrativo sino a alguien que representara al ciudadano de “a pie” y que hablara por todos los ciudadanos externos a la institución, pero son parte de la influencia de nuestra máxima casa de estudios.
Los códigos de ética, mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, claridad en la remuneración de los laboran en las organizaciones, manuales de procedimientos, normatividad interna, y su cumplimiento, son parte del Gobierno Corporativo. Contemporáneamente, los elementos que permiten combatir la corrupción y ocultar o disfrazar información sobre la realidad de la empresa, son factores cruciales en este tema de Gobernanza. La inclusión, en términos de género, así como la rotación de los consejeros son otros factores que ayudan a que el poder de tomar decisiones dentro de la entidad no se quede en pocas manos y donde además pueda haber participación equitativa entre hombres y mujeres.
La gobernanza no es un tema menor, su importancia se destacó a partir de las crisis financieras que llevaron al mundo entero a tener fuertes problemas económicos, de hecho, de haber existido una mejor gobernanza corporativa, probablemente no se habrían tenido varias crisis globales. Al interior de organizaciones públicas, como empresas, secretarías de Estado, universidades, entre otras, posiblemente se tendrían menos problemas de naturaleza política si se tuviera una mejor gobernanza, que implica mayor transparencia en los procesos y en la transición de poder sobre la toma de decisiones hacia otros grupos que las sigan tomando. No por nada las empresas calificadoras de riesgo ahora toman en cuenta este factor. Es importante que cada organismo, público o privado, ponga su barba a remojar y transite por voluntad propia hacia contextos de mayor gobernanza, es mejor hacerlo por cuenta propia antes que la realidad los obligue a hacerlo.