Parte de mi crítica hacia la Teoría Económica Neoclásica obedece a su falta de realismo. La construcción que hacen parte de supuestos, las más de las veces, falsos, absurdos, ridículos, fantasiosos y que de ningún modo pueden operar o conocerse en la vida real. Sin embargo, a partir de dichos supuestos elaboran andamiajes teóricos derivados en que lo mejor para el diseño de una política industrial es no hacer nada: sí como lo lee, ”, frase atribuida a un ex secretario de Economía y posteriormente de Hacienda. Pero la misma política se encuentra en otros países y el mantra es el mismo.

La idea detrás de esta política es que los mercados resuelven todo. En algunas clases donde se enseña esta forma de hacer economía hay un chiste local que dice que no se necesita ningún economista para cambiar un foco porque el mercado lo hace todo.

Un gran economista, de talla internacional y posiblemente el segundo hombre más poderoso de los Estados Unidos de Norteamérica en algun tiempo, , reconoció que su fe ciega en los mercados abonó a la crisis financiera de 2008.

En resumen, la gran mayoría de los libros de texto de economía pertenecen al mundo de la fantasía. Imagine usted que en Biología se enseñaran que los virus y bacterias no existen. Las crisis en salud serían descomunales, como un tiempo lo fueron, del mismo modo se enseña en economía que mercados y empresas se regulan solas y que, cuanto mayor del número de empresas, la sociedad alcanzará el Nirvana económico donde los empresarios apenas cubrirán gastos, incluidas pequeñas ganancias, si acaso, y los precios apenas cubrirán costos de producción. No entiendo como mucha gente auténticamente cree en estas patrañas.

La consecuencia de una mala teoría económica trae consigo deficientes estructuras de mercado pero también puede traer crisis financieras globales como la que se vivió en 2008, y también la Gran Depresión de 1929, que pertenece todavía al mundo contemporáneo.

Recientemente se autorizó la fusión de una empresa mexicana grande, Televisa, con la norteamericana Univisión. Posiblemente en poco tiempo surjan quienes se opongan porque se estaría creando una empresa con poder de mercado no sólo nacional, sino internacional. Pero, dado que se trata de una empresa privada, hasta el momento pocas voces, si acaso, se han alzado para advertir sobre los riesgos de esta fusión.

Sin embargo, cuando se trata de empresas públicas como el sector energético, inmediatamente los portavoces del libre mercado y el sector privado se oponen, porque se atenta contra el espíritu de la libre competencia, que tarde o temprano nos llevará al nirvana económico.

Tenemos que ser más serios en la discusión. Si los supuestos de los libros de texto sobre la forma que compiten las empresas no son reales, debemos tirarlos a la basura y, en todo caso, crear nueva teoría que corresponda con la realidad. Una teoría económica que no reconoce la existencia de crisis, dado que todos los mercados se ajustan perfectamente, no puede servir de base para tomar decisiones de política económica, Pretender que sólo el sector privado es eficiente es tan falaz como lo opuesto: que el sector público hace todo bien. Ninguna de las dos frases es siempre verdadera.

Bienvenida la discusión. Pero se debe aceptar que las crisis existen. Que las empresas quiebran. Que muchas no pagan impuestos. Que hay mucho por hacer en materia de Gobierno corporativo y sustentabilidad real, no sólo con campañas publicitarias. El mundo será mejor si discutimos con seriedad y las propuestas se llevan a los hechos.

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