Finalmente llegó el día en que se reestrena Donald Trump como presidente del que sigue siendo el país más poderoso del mundo. Su regreso al poder es también el fortalecimiento del sector industrial y financiero de ese país. Para algunos esto es lo deseable, pues son ellos quienes crean empleos. Para otros, son los depredadores ambientales y sociales del planeta. En cualquier caso, hay razones para celebrar o para deprimirse. El país de las barras y las estrellas es más grande que sólo una persona, por poderosa que sea. Existen pesos y contrapesos que ayudarán a que las cosas no cambien drásticamente. Ya tuvo un periodo y el mundo sobrevivió, ¿por qué habría de ser diferente ahora?
La democracia de Estados Unidos tiene muchas características únicas, entre ellas, que un presidente no puede serlo más de dos periodos, es decir, un total de ocho años. En el caso de quien está tomando el poder, le quedan cuatro y, a menos que las cosas cambien dramáticamente, con eso agotaría el tiempo en que puede ostentar dicho cargo.
El poder legislativo y el poder judicial son algunos de los contrapesos al poder ejecutivo. En varios países, incluido nuestro vecino del Norte, la palabra del presidente no se convierte en automático en Ley: existen procesos que deben seguirse para, eventualmente, incluso revertirse lo que el primer mandatario en curso pueda desear que se haga. Esto ocurre incluso en sistemas políticos como el nuestro: durante la administración pasada hubo diversos intentos del entonces presidente porque se realizaran actividades que él deseaba y que fueron detenidas, y contenidas hasta cierto punto, tanto por el poder legislativo como por el poder judicial. Si esto ocurrió en un país con instituciones en proceso de maduración, es poco probable que el ejecutivo no tenga contrapesos en un país con instituciones más sólidas.
Además de los contrapesos formales, la prensa se ha considerado durante décadas como el cuarto poder. Tanto así que ha logrado que presidentes se vean forzados a renunciar como consecuencia de investigaciones periodísticas. Contemporáneamente las redes sociales pueden considerarse como un quinto poder pues ahora no es necesario esperar a la prensa para dar a conocer lo que ocurre en algún lugar del mundo: actualmente cualquier persona con celular puede transmitir al mundo entero desde, literalmente, la palma de su mano.
Es indiscutible que Donald Trump será durante cuatro años uno de los hombres más poderosos del planeta, pero este poder estará acotado por los contrapesos señalados previamente. Por ello es que difícilmente tendremos cambios dramáticos en la forma que se conducirá nuestro vecino del Norte. Lo que es un hecho es que su visión contrasta notablemente con la visión del Gobierno del México actual, por lo tanto, tendremos que sobrellevar la relación del mejor modo posible.
Existen muchos temas importantes en ambas agendas y que harán que las relaciones bilaterales estén aderezadas con sal, pimienta y picante, entre ellas la migración, aranceles, crimen organizado, etc. Un tema que no se debe perder de vista que Donald Trump es el presidente de Estados Unidos y es su población la que lo llevó a dicho puesto, por lo tanto, las medidas que tome buscarán favorecer a sus votantes, aun cuando ello pueda implicar tener fricciones con el resto del mundo. Pero eso ya lo sabemos, la política exterior de nuestro país debe tomar esto en cuenta.
Durante el mes de febrero se someterá a dictamen del poder legislativo un paquete de Leyes consecuencia de los cambios que ha tenido la Constitución en los últimos meses del año. Varias instituciones públicas absorberán actividades que tenían algunos organismos autónomos, mismos que han entrado en etapa de extinción. Tanto secretarías de Estado como ermpresas públicas serán sacudidas desde sus cimientos hasta tener una nueva configuración. Pronto tendremos más elementos que permitirán dimensionar sus alcances.
Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM