En la semana que termina hubo una manifestación en el oriente de la CDMX convocada por personas que trabajan vendiendo agua a través de pipas. El caos generado no fue cosa menor. El argumento es que, en el combate al huachicoleo hídrico, las autoridades estaban cometiendo abusos contra toda persona que tuviera una pipa, en ocasiones privándolos de su medio de trabajo. Esto es sólo el síntoma de un problema más grave: la escasez de agua potable y su inevitable encarecimiento. Por otra parte, muestra la deficiente infraestructura pública para llevar el líquido al consumidor final. Lo ocurrido en el centro del país es la antesala de lo que puede ocurrir en otras zonas.

El agua tiene un ciclo que la hace transitar por sus tres estados: sólido, líquido y vapor. La interrupción del ciclo nos trae problemas. Concretamente, la lluvia sirve para alimentar los cuerpos de agua: ríos, lagos y acuíferos. Lo paradójico es que el exceso de lluvia puede traer serios problemas como lo vimos en diferentes regiones del país en las últimas semanas. Esa agua podría alimentar las fuentes de agua potable y con ello incrementar la oferta hídrica, pero interrumpir el ciclo trae consecuencias: escasez de agua. En el caso concreto del Estado de México, el agua de lluvia no está alimentando los acuíferos de la entidad, por lo que se están agotando y el stress hídrico es cada vez mayor.

Para llegar a los hogares, es necesario contar con infraestructura, como redes de distribución del líquido que permita llegar a cada hogar y centro de trabajo. Las fracturas de la red de agua generan desperdicios que provocan una parte importante de este recurso termine en el drenaje antes de ser utilizada. Este desperdicio reduce la oferta neta disponible para hogares y, por lo tanto, genera escasez.

En este contexto es que surgen los distribuidores independientes de agua, que llenan sus pipas en puntos donde se puede extraer el líquido. Si se cuenta con la concesión o permiso, no debería haber problema alguno. Si no, nos encontramos en presencia de lo que se ha llamado “huachicoleo hídrico”, es decir, extracción y venta de agua sin los permisos respectivos. En el discurso, esto es lo que las autoridades dicen estar combatiendo. El problema es más que eso.

Hay zonas en la zona metropolita de la CDMX que llevan décadas con el problema de escasez de agua: el oriente, el norte y la alcaldía Iztapalapa. La infraestructura pública, y la oferta de agua, simplemente es insuficiente para satisfacer la demanda de agua. Cuando hay una necesidad no satisfecha, en este caso de agua, se abre el espacio para que alguien la pueda resolver, en este caso, lo piperos particulares. El hecho en sí es que vehículos cisterna transitan por la zona metropolitana llevando agua de la zona donde están los cuerpos hídricos hasta el consumidor final o zonas comerciales. Si tienen licencia y permiso, son los buenos; si no, por decir lo menos son los informales. Al parecer las manifestaciones se dieron porque las autoridades cortaron a todos con el mismo rasero.

Pero el verdadero problema es la escasez de agua y la deficiente infraestructura pública para proveer el servicio. El problema es cada vez más grave y llevamos décadas sin resolverlo. El problema es de todos: 1) ciudadanos que malgastamos el recurso hídrico y taponeamos con basura las redes de drenaje; 2) sector público que no ha puesto este tema en los principales problemas por resolver, la solución implica fortalecer la infraestructura y la cobranza por la prestación del servicio de agua potable y desecho de aguas grises y negras; por último, 3) empresas que utilizan el recurso hídrico como parte de su proceso productivo, en particular las que son intensivas en el uso de este recurso y que podrían ser el principal problema en la degradación de los cuerpos de agua.

Diversas películas de Hollywood, así como diversos futurólogos sostienen que la siguiente guerra mundial será por el acceso al recurso hídrico. Tal vez esta visión es muy catastrófica, de un auténtico apocalipsis hídrico, pero definitivamente lo vivido en la semana que termina es un ejemplo del caos social que se avecina de no resolver este problema.

En días recientes un espacio académico de la Universidad Autónoma del Estado de México, que fue mi espacio de trabajo durante quince años, tuvo una auscultación que permitió, para efectos prácticos, elegir a su director. Que los directivos emerjan del espacio académico es una muestra de madurez y algo por lo que algunos peleamos en su momento. El contexto previo a la elección recordaba a la Corona Española enviando un Virrey a la Nueva España, sólo que ahora eran las autoridades de Rectoría los que asumían dicho papel. Igualmente recordaba el deseo de algunos de ser gobernados por un emperador externo, como en su momento lo fue Maximiliano, contra la posibilidad de ser gobernados por gente del propio país. Como todo proceso de maduración existen riesgos, mismos que se deben asumir. Después de todo, las caídas que se da un niño son parte de la etapa de aprender a caminar.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM

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