En México, en la historia reciente, hemos sido testigos de dos enfoques radicalmente distintos para enfrentar los delitos y la criminalidad.

Tenemos como referencia, para nunca más repetir, el enfoque de la denominada: “Guerra contra el Narcotráfico” impulsada durante el espurio sexenio de Felipe Calderón y secuaces, estrategia que se basó en técnicas bélicas, deshumanizadoras y simplistas para combatir un problema complejo. Su visión reaccionaria pretendía resolver con pura confrontación y sin atender las causas, no solo se pintó de cuerpo entero al PANismo sino que evidenció su nula capacidad de planeación estratégica y su desconexión con la gente.

La guerra de Calderón se centró en abrir fuego, nunca consideró incorporar mecanismos integrales de prevención, ni acciones que permitieran soluciones a mediano y a largo plazo. De acuerdo con datos de, entre otros, el Inegi y el Observatorio Nacional de Seguridad Pública, entre 2007 y 2012 se registraron cambios de terror en los índices delictivos en ciertos estados, con incrementos de homicidios de más del 100% en comparación con años anteriores y la mayor cantidad de muertes documentadas en la historia. Estas cifras reflejan cómo la visión de “guerra y sangre”, no son un plan, no representan una estrategia, mucho menos una alternativa; terminó generando una respuesta desproporcionada, desconectada de la realidad social, dejó al país una herencia maldita en lugar de atender las raíces del problema, de atender las causas, sumió al país, a la sociedad y hasta a los grupos en guerra ¿Qué logró además de profundo dolor, conflictos y pérdidas irreparables? NADA, ni una solución, ni siquiera consolidar un modelo de seguridad.

Afortunadamente, en contraste, nuestra Presidenta la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo presenta el Plan Michoacán. Una verdadera estrategia basada en el análisis de la realidad regional, con conocimiento de territorio, adaptando e integrando disciplinas y a diversos sectores, que van desde el uso de tecnología avanzada hasta el diálogo con la comunidad. Como ella lo sabe hacer muy bien, lo hizo con el mayor de los éxitos en la Ciudad de México, el trabajo comunitario, de atención a las causas, permite además de construir un entorno de seguridad basado en la transparencia y en la participación activa de la ciudadanía, fomentar la colaboración, anticiparse y prevenir delitos de manera eficaz.

Es un enfoque para el desarrollo social en lugar de confiar únicamente en respuestas puramente reactivas ante crisis, la Presidenta diseñó políticas públicas de inclusión y generación de bienestar. A través de distintos ejes y trabajo interdisciplinario, combatirá no a personas sino a factores estructurales y heredados que alimentan la delincuencia, con especial énfasis a contribuir en la disminución de desigualdades, desprecarización laboral, y generar verdaderas y sostenibles alternativas de desarrollo.

Es vidente que la visión de Calderón se redujo a una primitiva retórica belicista, de profundo desprecio por la vida; mientras que el Plan Michoacán se perfila como una alternativa humanizadora, sostenible y eficaz para enfrentar los desafíos de la seguridad en México, alejándose abismalmente de la visión y errático enfoque bélico que caracteriza la maldita herencia de Calderón.

Maestra en Derechos Humanos

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