El problema de la seguridad se ha convertido en la cuestión más relevante en nuestro país, esto debido a que la violencia ha alcanzado niveles alarmantes, lo que nos insta a explorar nuevas alternativas para abordar este problema, sobre todo aquellos que hayan tenido éxito en otras regiones del mundo. A lo largo del siglo XX, la Comuna 13 de Medellín, Colombia, fue conocida como uno de los lugares más violentos de Latinoamérica, resistiendo a las estrategias gubernamentales frente al control de cárteles y pandillas locales. Incluso intervenciones extranjeras, como el Plan Colombia para la paz implementado por Estados Unidos, fracasaron.
Ante la aparente derrota contra la inseguridad en la Comuna 13, el gobierno optó por una estrategia innovadora centrada en la estética visual del entorno. Las políticas públicas se orientaron hacia la mejora de la apariencia del espacio público. Esta estrategia se basó en la antigua teoría de "las ventanas rotas" de los años 70, que se originó a partir de un experimento en el Bronx, Nueva York, y Palo Alto, California. Expertos en psicología social observaron que un vidrio roto en un auto abandonado en el Bronx desencadenaba vandalismo, mientras que en Palo Alto, el auto se mantenía intacto hasta que se rompía un vidrio, pues cuando esto sucedía el resultado era exactamente el mismo que el auto dejado en el Bronx, era vandalizado, se robaban las partes y se acababa por destruir el automóvil.
Este fenómeno no se limita a la pobreza, sino que se relaciona con la psicología humana y las dinámicas sociales. Un vidrio roto comunica deterioro y desinterés, rompe las normas de convivencia y genera una sensación de falta de ley y reglas. Cada nuevo acto refuerza esta idea, llevando a una escalada de violencia irracional que desencadena el irrespeto a la autoridad y por ende a la legalidad.
Con base en esta teoría, sorprendentemente, la estrategia de reforma estética tuvo más éxito que las estrategias de seguridad implementadas durante casi un siglo en Colombia. La gente del barrio implementó museos, arboles de ornamentación, pintaron las calles y colocaron arte urbano. Hoy en día, la Comuna 13 es uno de los principales destinos turísticos de Colombia, con una drástica reducción en los índices de violencia. Un caso de éxito similar ocurrió en la década de los 90s en la ciudad de New York, donde gracias a la pintura, la iluminación en las calles y un sistema eficiente de limpieza, lograron un cambio más significativo que las acciones policiales y militares.
Es esencial reconsiderar la efectividad de esta estrategia, especialmente en un momento en que la inseguridad aqueja a nuestro país. Además, esta experiencia nos demuestra la importancia de la participación comunitaria y la inversión en programas educativos y sociales para abordar de manera integral la seguridad ciudadana. Aunque no puede ser la única solución en materia de seguridad, puede servir como un complemento efectivo en las zonas más afectadas de la Ciudad de México