Cuando pensábamos que ya habíamos visto y oído de todo en el actual Fondo de Cultura Económica (FCE), desde San Diego, California, nos llegan noticias e imágenes perturbadoras: 90 mil 400 libros han sido desechados por la que fue la gran editorial pública de México y al menos 7 mil de ellos estuvieron prácticamente arrumbados en áreas públicas desde el jueves 14 de agosto, sin control ni resguardo, casi en calidad de basura o desperdicios o saldos de la administración encabezada por Francisco Ignacio Taibo II. Sorprendidos e indignados tijuanenses de paso por San Diego y periodistas de medios mexicanos regionales, como el semanario Zeta y Punto Norte, han informado sobre la barbarie de abandonar a la intemperie durante varios días miles de libros publicados por el FCE o por otras editoriales que debieron haber sido comercializados por esta empresa del gobierno mexicano. Desde sus oficinas de la Ciudad de México, los burócratas del Fondo respondieron el fin de semana a los medios tijuanenses y a EL UNIVERSAL con un par de comunicados en los que se minimizó el asunto: no se cierra la filial en EU, sólo la bodega porque generaba “gastos absurdos”; sólo son 7 mil libros los que fueron “almacenados temporalmente en un estacionamiento”; el resto de los miles de ejemplares fueron donados a 32 instituciones y asociaciones en Estados Unidos y México. En alguna parte de uno de los comunicados, el Fondo justifica malévolamente: “Al inicio de nuestro mandato encontramos bodegas repletas de materiales de imposible comercialización o sin interés algunos para ser recibidos como donación, colecciones de las reformas de la era de Peña Nieto, calendarios y anuarios obsoletos.” Pero no, lo que la dirección del Fondo de Cultura Económica mandó a volar no fueron materiales obsoletos generados durante el peñanietismo; gracias a las imágenes tomadas por la periodista Yolanda Morales de Punto Norte y por la indignada profesora Alejandra Blancarte podemos afirmar que no eran “materiales de imposible comercialización” sino libros de Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, Federico Campbell, audiolibros de Juan Rulfo, iconografías de Jaime García Terrés…, etcétera. Por cierto, ningún libro de las obras completas del escritor español, naturalizado mexicano, Paco Ignacio Taibo II apareció en el tiradero… ¿Cómo puede un país pobre como México regalar 70 mil libros a instituciones de Estados Unidos? ¿Cómo se puede disponer así de este volumen de libros? ¿Quién fue el que arrumbó irresponsablemente en un estacionamiento público miles de libros? ¿Qué pasará con la bodega del FCE en San Diego? Seguiremos informando sobre este bochornoso asunto. Escríbanos a columnacrimenycastigo@gmail.com

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