Por Fabio Favoretto
Mi historia en la conservación marina comenzó en las costas del Mediterráneo. Allí crecí, nadé, buceé y fui testigo de una transformación dolorosa: la degradación silenciosa de uno de los mares más biodiversos del planeta. Donde antes había abundancia, ahora hay sobrepesca, contaminación y especies desaparecidas. Ver cómo un ecosistema se empobrece frente a tus ojos deja una marca que no se borra.
Cuando llegué al Golfo de California, vi algo distinto. Un mar aún vivo, vibrante, lleno de promesas. Pero también noté señales inquietantes, ecos de lo que había visto en el Mediterráneo. Y entendí que mi misión era clara: hacer todo lo posible para evitar que este lugar único siguiera el mismo camino. Desafortunadamente, el deterioro está avanzando más rápido de lo que muchos creen.
En este contexto, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta clave. No es ciencia ficción. Es una aliada concreta, útil y necesaria para enfrentar la crisis del mar.

Ese potencial se hizo tangible en nuestra más reciente expedición científica al Golfo de California, organizada por el Instituto Scripps de Oceanografía y la Fundación Octavio Aburto, donde por primera vez implementamos IA para analizar datos ecológicos en tiempo real. Apenas desembarcamos el 7 de mayo, fuimos recibidos por autoridades de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), quienes acudieron al muelle para conocer los resultados del monitoreo.
Entre ellas estaban Dilia Rebeca Meza Castro, Directora encargada del APFF Balandra, APFF Islas del Golfo de Baja California en B.C.S., PN Zona Marina Espiritu Santo y encargada del Área de Refugio de Tiburón ballena en bahía de La Paz; Eréndira Frías y Nathaniel Rivera, del Parque Nacional Revillagigedo; así como Elia López Greene encargada del monitoreo del Parque Nacional Zona Marina del Archipiélago de Espíritu Santo y Rosalía Avalos Téllez Subdirectora del APFF Balandra. Fue un encuentro significativo, no solo por la relevancia institucional, sino porque marca el inicio de una nueva etapa: la conservación marina respaldada por inteligencia artificial.
Durante décadas, quienes trabajamos en conservación marina hemos recolectado datos con pasión, pero también con muchas limitaciones. Los monitoreos submarinos, los registros de pesca, los patrones de corrientes y temperatura generaban miles de datos que tomaban meses —a veces años— en ser procesados y traducidos en acciones. Esto hacía que nuestras recomendaciones científicas llegaran tarde. Demasiado tarde.
Con la llegada de la IA, esto está cambiando.
Hoy utilizamos algoritmos de visión computacional para analizar imágenes submarinas, identificar especies, detectar embarcaciones sospechosas y generar reportes casi al instante. Lo que antes tomaba semanas, ahora puede producirse en minutos, con precisión y rigor. En esta expedición, por ejemplo, logramos una precisión del 90 % en la identificación de peces con modelos entrenados en datos reales de campo.
Y no solo eso: también estamos desarrollando herramientas para que esta tecnología sea accesible a buzos, operadores turísticos y comunidades costeras. Imaginemos un futuro cercano donde cada cámara GoPro en una inmersión contribuya al monitoreo, donde cada computadora de buceo aporte datos de temperatura, y donde un sistema automatizado procese toda esa información para informar decisiones urgentes en áreas protegidas.
La IA no reemplaza a los científicos ni a los guardaparques. Pero les da superpoderes. Nos permite concentrarnos en lo importante: diseñar estrategias efectivas, formar nuevas generaciones, fortalecer lazos con las comunidades. Nos ahorra tiempo valioso que antes se iba en hojas de cálculo y nos devuelve la energía para actuar.
Por supuesto, esto no está exento de desafíos. La IA requiere datos de calidad, entrenamiento constante y un uso ético. Por eso trabajamos codo a codo con instituciones mexicanas, organizaciones comunitarias y autoridades ambientales. Lo que vimos este 7 de mayo es solo un primer paso: un acto simbólico y estratégico donde la ciencia, la tecnología y las políticas públicas comenzaron a alinearse.
La conservación marina necesita toda la ayuda posible. Si usamos la inteligencia artificial con sabiduría, puede convertirse en una poderosa aliada para proteger lo que aún tenemos, para recuperar lo que hemos perdido y para anticiparnos a lo que está por venir.
Instituto de Oceanografía Scripps, UC San Diego y colaborador para Celsius Media