Por: Iván Carrillo y Carmina de la Luz*

Hablar del clima siempre ha sido un tópico común, pero las recientes olas de calor han superado nuestra capacidad habitual de quejarnos del tiempo. Nos sentimos abrumados y enfrentamos la incertidumbre de si el clima se moderará este año o si estaremos sometidos a un calor sofocante durante los próximos meses. Los meteorólogos, sin embargo, no han sido sorprendidos por este aumento de temperaturas. Ellos tienen claro su origen y su duración.

Según la Organización Meteorológica Mundial, durante 2023 y parte de 2024, El Niño ha contribuido significativamente al aumento de las temperaturas globales y ha provocado eventos extremos como inundaciones y olas de calor. Ahora, este fenómeno está dando señales de concluir, dando paso a La Niña.

Para entender en profundidad estos eventos, conversé con Laura Carrillo, oceanógrafa física del Colegio de la Frontera Sur en México. A continuación, les comparto sus valiosas perspectivas sobre el tema.

Carrillo explica que, para hablar de El Niño y La Niña, primero debemos entender el comportamiento de los océanos. Estas inmensas masas de agua son fundamentales para la habitabilidad de nuestro planeta. Sin la dinámica oceánica, la Tierra sería un lugar inhabitable. Sin embargo, los océanos no operan de manera aislada, sino en sincronía con la atmósfera, formando lo que se conoce como El Niño-Oscilación del Sur.

La oscilación del sur es el componente atmosférico de este evento periódico y ocurre cuando hay un intercambio de presión entre dos regiones del Pacífico Sur. El Niño y La Niña representan las versiones opuestas del componente oceánico. El primer reporte histórico de El Niño data de 1578, mucho antes de que comenzáramos a quemar combustibles fósiles de manera masiva. Sin embargo, no fue sino hasta 1997 cuando se monitoreó científicamente por primera vez.

A lo largo de la historia, El Niño ha provocado mortandades significativas de organismos marinos, afectando las pesquerías. El reciente episodio de 2023 y 2024 ha sido uno de los más intensos jamás registrados, elevando las temperaturas en 2 grados Celsius por encima de la línea base de las dos décadas anteriores y exacerbando los efectos del cambio climático.

Carrillo subraya que el agua tiene una capacidad excepcional para captar y dispersar el calor. Una pequeña fracción del océano superficial almacena más energía que toda la atmósfera. Los océanos han absorbido el 90% del exceso de calor atrapado por los gases de efecto invernadero provenientes de la quema de combustibles fósiles, pero esta función tiene un límite. Actualmente, los océanos son, en promedio, 0.88 grados Celsius más cálidos que en 1850, y las olas de calor marinas han aumentado en frecuencia, duración y extensión.

Las conclusiones de la comunidad científica se han enriquecido gracias a nuevas tecnologías, como datos satelitales y vehículos autónomos. La salinidad y el calor actúan como motores de las corrientes marinas. El calentamiento global está provocando que estas corrientes disminuyan o se detengan en algunos lugares, alterando el clima de regiones enteras y modificando paradigmas previamente establecidos sobre los océanos.

La acidificación del océano, otro fenómeno preocupante mencionado por Carrillo, ocurre porque este absorbe alrededor de una cuarta parte del dióxido de carbono generado por la quema de petróleo, carbón y gas. Además, el océano ha perdido oxígeno, ya que las aguas cálidas tienden a saturarse menos de este elemento en comparación con las aguas frías.

En cuanto a la relación entre El Niño, La Niña y el cambio climático, Carrillo señala que es un tema de investigación en curso. Algunos estudios sugieren que el aumento de las temperaturas globales podría estar intensificando estos fenómenos, los cuales también están vinculados con la formación de huracanes: El Niño favorece su aparición en el Pacífico, mientras que La Niña lo hace en el Atlántico.

A pesar de los avances en la recolección de datos en tiempo real y los modelos a largo plazo, Carrillo advierte que aún queda mucho por hacer. Para esta científica, la clave está en compartir el conocimiento de manera amplia y efectiva, promoviendo una mayor comprensión y prevención de los fenómenos climáticos que afectan nuestro planeta.

*Miembros del equipo de Reporte climático del Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano (NCC)

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