Por Tania Mijares*
*Abogada ambiental y cofundadora de Celsius.
El 27 de septiembre de 1993 dejó una cicatriz imborrable en la tranquila localidad de Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Siete vidas se extinguieron en un evento que redefiniría la conciencia ambiental en el país y en el mundo.
A la hora del mediodía, el señor Manuel Guim y su esposa, María Ángela, urgieron la ayuda de su hijo Horacio debido a malestares inexplicables. Horacio, acompañado por su esposa, Rosa Scala, y un equipo médico encabezado por la doctora Bibiana Otero de Turcutto, el enfermero Orlando Cáceres y el camillero Roberto Voytezko, respondieron a la llamada desesperada.
Era el principio de una tragedia. En cuestión de minutos, todos los presentes en la vivienda perdieron la vida, víctimas de la inhalación de un compuesto letal que se desprendía de las rejillas de la casa. Esta sustancia, resultado de la conjunción del ácido sulfúrico y sales de cianuro, se transformó en ácido cianhídrico, un gas altamente tóxico que se infiltró en el ambiente.
Las pesquisas posteriores a este evento revelaron conclusiones alarmantes. Se descubrió que tanto particulares como empresas habían vertido de manera negligente componentes químicos en la zona. Dos empresarios y un transportista enfrentaron cargos por contaminación y por verter cianuro en las cañerías, en lo que representó la primera aplicación de la Ley de Residuos Peligrosos en el país.
Sin embargo, la justicia no pudo hacer justicia. Las denuncias judiciales se encontraron con sobreseimientos y causas prescriptas, y la impunidad prevaleció en este caso.
Hoy, 28 años después de esa fatídica fecha, la tragedia de Avellaneda sigue siendo un recordatorio de la necesidad de tomar medidas efectivas para prevenir la contaminación ambiental y proteger la salud de las comunidades.
Cada 27 de septiembre, varios países, incluyendo México y Argentina, conmemoran el Día de la Conciencia Ambiental, una fecha que nos invita a reflexionar sobre cómo nuestro bienestar está intrínsecamente ligado a la salud del planeta. Nuestro ambiente es el hogar compartido de todas las especies, y su equilibrio es esencial para garantizar un futuro sostenible.
La conciencia ambiental significa tomar decisiones informadas en nuestras vidas cotidianas, desde la elección de productos ecoamigables hasta la reducción de nuestro consumo de energía y agua.
Además, este día nos llama a la acción. La actual crisis ambiental, que abarca desde el cambio climático hasta la pérdida de biodiversidad y la contaminación, requiere una respuesta colectiva
y una colaboración global. Cada uno de nosotros puede marcar la diferencia a través de pequeños cambios en nuestros comportamientos y en la promoción de políticas ambientales sólidas.
Si bien hemos tenido avances en el cambio de nuestra conducta, como son la publicación de leyes, la firma de tratados internacionales, y diversas actividades de remediación, aún estamos muy alejados de alcanzar los niveles de protección y respeto al ambiente que necesitamos para crear una cultura ambiental más robusta con conductas responsables y sustentables, que se traduzcan en una mejor calidad de vida.
La conciencia ambiental no es solo una cuestión de conocimiento, sino también de valores y ética. Es un llamado a proteger la casa que compartimos con todas las formas de vida en la Tierra. En este Día de la Conciencia Ambiental, recordemos nuestra responsabilidad de cuidar y preservar nuestro planeta para las generaciones futuras.