Por: Iván Carrillo
Acapulco, el tradicional, el contemporáneo, el histórico y el miserable de los cerros habitados, ha sido arrasado en unas cuantas horas.
Acapulco, el de Titán, el de Johnny Weissmuller, el de Juan Gabriel, el de Luis Miguel, y el de María Bonita, fue destruido por los vientos de más de 270 kilómetros por hora del huracán Otis, que irrumpió a la medianoche como la peor pesadilla de esta ciudad costera, que está viviendo sus peores horas en muchos años.
Acapulco, el de los recuerdos infantiles, del salto de la quebrada, del paseo en lancha por la Roqueta, el de los fines de semana en Caleta y Caletilla, el del cóctel de camarones en Puerto Marqués, el de las hamburguesas de la Vaca Negra, y los desayunos en La Granja, luce hoy como si hubiera sido bombardeado. Todavía no hay claridad sobre el número de decesos y desaparecidos; la ciudad se encuentra sin luz, sin internet, sin acceso terrestre y sin aeropuerto funcional...
Acapulco, el del paracaídas, la banana, las nieves, las donas y el esquí en la laguna de Coyuca, resintió la medianoche del martes la peor tormenta del Pacífico en 30 años.
Acapulco, el “nice”, el exclusivo, el de los spas, los clubes de playa y los masajes frente al mar, está clamando por ayuda, pues no pudo hacer nada ante el evento ciclónico que pasó de tormenta tropical a huracán categoría cinco, la máxima en la clasificación, en tan solo 12 horas; un fenómeno para el cual los científicos no encuentran una respuesta clara.
Aquel Acapulco, el del burro que se bebía las cervezas en la costera (y que, por cierto, dicen que murió de cirrosis), el del Baby’O y el Palladium, el de los tamarindos con azúcar o con chile, el que nos ha marcado de una u otra forma por su belleza, su calidez, su atmósfera costeña, su desparpajo tropical y sus tradiciones... hoy vive una emergencia sin parangón.
Ya no es una advertencia ni un posible escenario futuro. El cambio climático está aquí, entre nosotros. Hoy toca reaccionar, pero estos embates serán más frecuentes. O prevenimos y mitigamos, o este será el principio de muchas catástrofes. "Acuérdate de Acapulco", se dirá en el futuro.
Periodista de ciencia y Codirector de Celsius.