Ing. Javier Germán García Correa

Presidente del Instituto Mexicano de Auditoría Técnica

y Coordinador Adjunto del Comité de Normatividad y Enlace Legislativo del CICM

La firma de convenios de colaboración entre academias, institutos, barras y colegios de profesionistas es una práctica habitual entre quienes tenemos la convicción —y el privilegio— de pertenecer a estos gremios, satisfaciendo así nuestro más básico instinto gregario, el “zoon politikón”, que nos impulsa a vincularnos con colegas de profesión. Pero más allá del simbolismo, la suma de esfuerzos entre estos cuerpos colegiados permite alcanzar resultados con mayor prontitud, eficacia y contundencia, como sucede cuando estos convenios se traducen en acciones concretas y de beneficio mutuo.

No obstante, en muchos casos estos convenios se quedan en lo protocolario: se firman con entusiasmo, se anuncian con solemnidad y generan grandes expectativas, pero carecen del seguimiento necesario para traducirse en resultados tangibles. Es como trazar los planos de una gran obra sin dar el siguiente paso hacia su construcción: sin continuidad ni ejecución, las intenciones quedan en papel. Y, aun así, los seguimos promoviendo, impulsados por esa necesidad inherente de vincularnos con nuestros pares. Solo cuando esa vocación de asociación se acompaña de voluntad sostenida y acciones concretas, es posible alcanzar los objetivos planteados desde el origen y generar un impacto real en el entorno profesional y social.

Por ello resulta digno de reconocimiento el paso del dicho al hecho que ha dado el Colegio de Ingenieros Civiles de México, al poner en marcha acciones concretas a tan solo dos meses de haber firmado convenios de colaboración con dos destacados gremios profesionales: la Barra Mexicana, Colegio de Abogados (BMA), y el Instituto Mexicano de Auditoría Técnica (IMAT). Un claro ejemplo fue la reciente celebración del 33 Congreso Nacional de Ingeniería Civil, realizado en sus instalaciones al sur de la Ciudad de México, donde se abordaron temas no solo de carácter técnico, sino también legales y multidisciplinarios. En este marco, destacó la participación del Lic. Jorge Sepúlveda García, Primer Vicepresidente de la BMA, quien abordó el marco legal para la infraestructura en México y fue cuestionado

sobre los retos que enfrentan los promoventes en los juzgados, particularmente ante la reciente elección de jueces y los efectos derivados de la última reforma a la Ley de Amparo.

Uno de los aspectos más enriquecedores del Congreso fue la entusiasta participación de jóvenes estudiantes y profesionistas ávidos de conocimiento, quienes convivieron e intercambiaron experiencias con ingenieros de amplia trayectoria. Este diálogo intergeneracional fortaleció su formación e impulsó su integración al gremio, brindándoles respaldo, actualización y sentido de pertenencia. En ese marco, se celebró la Olimpiada del Conocimiento 2025, que reunió a los mejores alumnos de ingeniería del país, resultando ganador la FES Aragón de la UNAM. A fin de cuentas, serán estos jóvenes quienes, en el corto y mediano plazo, se conviertan en tomadores de decisiones y ejecutores de la infraestructura que impulse el desarrollo nacional.

El Congreso contó además con más de veinte mesas de diálogo, conferencias y ponencias magistrales, con la intervención de más de 75 panelistas, académicos, moderadores y servidores públicos. Esta amplia participación consolidó su carácter interinstitucional, interdisciplinario e intergeneracional, reflejando el compromiso del Colegio con una visión integral de la ingeniería civil.

Entre las participaciones más relevantes del Congreso destacó la del diputado Roberto Albores Gleason, presidente de la Comisión de Infraestructura de la Cámara de Diputados, quien presentó dos iniciativas legislativas recientemente publicadas en la Gaceta Parlamentaria: la Ley General de Infraestructura para el Bienestar y la Ley de Inversiones Mixtas para el Bienestar. Ambas propuestas buscan sustituir la vigente Ley de Asociaciones Público‑Privadas, con el objetivo de establecer nuevos marcos jurídicos que fomenten la inversión en infraestructura, impulsen el crecimiento económico y mejoren la calidad de vida de la población. Su participación reflejó el reconocimiento del Congreso hacia el Colegio como interlocutor técnico válido, y la oportunidad de incidir positivamente en las políticas públicas para el desarrollo nacional.

Durante el intercambio con el gremio, los ingenieros asistentes señalaron la importancia de no dejar fuera figuras clave en la gestión y vigilancia de los proyectos, como la Gerencia de Proyectos y el Testigo Social, indispensables para garantizar que las obras se ejecuten con responsabilidad, eficiencia y transparencia. Su ausencia podría traducirse en vacíos de control y supervisión, aun cuando ambas iniciativas legislativas plantean mecanismos de rendición de cuentas. Este tipo de diálogo técnico‑legislativo fortalece el diseño de políticas públicas más sólidas y con visión de largo plazo.

La diversidad generacional del público, desde jóvenes estudiantes hasta profesionales con amplia experiencia, puso en evidencia la necesidad de una visión holística en la formación y actuación de los nuevos ingenieros. Ya no basta con dominar el enfoque técnico: cada proyecto demanda considerar aspectos energéticos, ambientales, económicos, legales, éticos y de responsabilidad social, que son indispensables para construir soluciones sostenibles y alineadas con las demandas del país.

Durante el Congreso me permití compartir con los estudiantes una frase tomada del ámbito deportivo que aplica con claridad al ejercicio profesional: “Primero tienes que aprender las reglas del juego, y después jugar mejor que nadie”.

Dentro de las conclusiones del 33 Congreso Nacional de Ingeniería Civil del CICM, reafirmé que el papel del ingeniero civil es clave en un entorno cada vez más complejo y dinámico, que exige un enfoque sistémico en cada proyecto. Hoy más que nunca, su actuación debe considerar de forma integral factores ambientales, económicos, legales, energéticos, de gobernanza y de responsabilidad social, siempre al servicio del bienestar colectivo. Así me llevo de esta experiencia gregaria la convicción de que todo intercambio respetuoso de opiniones, incluso cuando son encontradas, siempre resulta enriquecedor.

El Colegio merece mi reconocimiento por los valiosos resultados obtenidos, para mí, gratamente superados, en la organización y desarrollo del 33 Congreso Nacional de Ingeniería Civil.

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