Por: Arq. Fernanda Jiménez Godoy

Integrante del Comité de Desarrollo Urbano y Turismo del CICM

La inclusividad va mucho más allá del género, cuando hacemos ciudad y planeación urbana debemos hacerlo con la conciencia de las necesidades de todos sus habitantes.

En la agitada trama urbana de la Ciudad de México, la movilidad y el urbanismo se entrelazan en una danza compleja que define la experiencia de quienes la habitan. Sin embargo, para garantizar que esta experiencia sea equitativa y accesible para todos, es fundamental abogar por la inclusividad urbana en cada aspecto del diseño de la ciudad.

La movilidad no es simplemente una cuestión de desplazamiento físico, sino que también refleja la capacidad de las personas para acceder a oportunidades, servicios y participación social. En este sentido, la infraestructura urbana debe diseñarse pensando en la diversidad de sus usuarios, incluidos aquellos con movilidad reducida, discapacidades visuales o auditivas, y quienes dependen de formas no convencionales de transporte.

Para fomentar una movilidad inclusiva, es crucial priorizar la accesibilidad en todas las etapas del diseño urbano. Esto implica la creación de banquetas amplias y libres de obstáculos, la instalación de rampas y ascensores en estaciones de transporte público, transporte público especializado en personas con discapacidad, señalética urbana para cruces seguros, la implementación de sistemas de información accesibles para personas con discapacidades sensoriales, señales de tránsito adecuadas. Además, es esencial garantizar que los espacios públicos sean seguros y acogedores para todos.

Asimismo, la educación es parte fundamental para generar conciencia en la población, a efecto de conocer las normas de tránsito y el respeto por los demás. En ese sentido, se deben de generar programas impartidos en las instituciones educativas, en los que se enseñe desde una temprana edad la inclusión como parte de la sociedad en la que vivimos. Cuando los peatones, ciclistas, y conductores comprenden y respetan las normas de tráfico y las señales de tránsito, se reducen las posibilidades de accidentes.

Si bien el camino hacia una ciudad inclusiva puede presentar desafíos, también ofrece oportunidades para la innovación y la colaboración. Las tecnologías emergentes, como la movilidad eléctrica y los sistemas de transporte compartido, tienen el potencial de

transformar la forma en que nos desplazamos por la ciudad, brindando nuevas opciones para aquellos que enfrentan barreras de movilidad. Asimismo, el compromiso comunitario y la participación ciudadana son fundamentales para garantizar que las necesidades de todos los residentes se tengan en cuenta en la planificación urbana.

Los gobiernos locales tienen un papel fundamental en la promoción de la inclusividad urbana, a través de políticas y regulaciones que fomenten el diseño accesible y la igualdad de acceso a los servicios de transporte. Sin embargo, también es responsabilidad de la sociedad civil y el sector privado contribuir a la creación de una ciudad más inclusiva, mediante la sensibilización, la inversión en infraestructura accesible y la colaboración en proyectos de mejora urbana.

En última instancia, una ciudad verdaderamente inclusiva es aquella en la que todos los ciudadanos pueden participar plenamente en la vida urbana, sin importar sus capacidades físicas o circunstancias personales. Al priorizar la accesibilidad y la equidad en el diseño urbano y la planificación de la movilidad, podemos construir una Ciudad de México más vibrante, inclusiva y sostenible para las generaciones venideras.

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