Ing. Sergio Aceves Borbolla
Coordinador del Comité de Energía
Colegio de Ingenieros Civiles de México, A. C.
En materia de gas natural, el Plan México considera metas importantes que plantean un reto para el desarrollo de nuevas centrales de producción de energía eléctrica y para el suministro vinculado con el desarrollo de la futura producción industrial y el consumo domiciliario.
Generar y acercar la energía a precios competitivos a los actuales y nuevos centros de consumo, incluyendo la necesaria para las viviendas, los comercios y las industrias ubicadas en las ciudades y en los nuevos polos de desarrollo y adicionalmente cumplir con los compromisos internacionales en materia de combate al cambio climático, nos obligan a pensar en la seguridad energética, factor esencial para el desarrollo económico y social de México, considerando que tiene la máxima prioridad garantizar el acceso continuo a energía asequible, confiable y sostenible, con mínima vulnerabilidad ante factores externos como variaciones de los precios internacionales, posiciones políticas de gobiernos de otros países y emergencias logísticas.
En este contexto nacional e internacional, el gas natural se ha convertido en una fuente clave para garantizar la seguridad energética de México.
México genera actualmente cerca de 330,000 GWh anuales de energía eléctrica, de los cuales aproximadamente el 60% proviene de centrales de generación que utilizan gas natural proveniente de la unión americana. La producción interna de gas cubre apenas el 25–30% de la demanda, lo que hace evidente una alta dependencia energética del exterior.
El Plan México 2025–2030 contempla incorporar 27,000 MW de capacidad adicional de generación eléctrica, de los cuales el 30% corresponde a centrales de ciclo combinado alimentadas con gas natural.
Con una tendencia de crecimiento de la demanda eléctrica del 2.5% anual, que podría ser mayor debido a la electrificación parcial y gradual del parque vehicular y con los crecientes consumos de energía eléctrica de las redes de información relacionadas con la inteligencia artificial, es previsible que las proyecciones de la demanda eléctrica tengan una tendencia creciente y como consecuencia la del gas natural.
La producción de gas natural en México no ha crecido al ritmo de la demanda e inclusive la tendencia es a su reducción. Para mantener la producción de crudo de Pemex se requiere de una reinyección creciente de gas a los yacimientos para mantener la producción, por lo que no es factible considerar el gas asociado a los pozos petroleros como una fuente para incrementar la oferta de gas para los usos restantes, como la generación eléctrica en centrales de ciclo combinado, los urbanos e industriales.
La soberanía energética se refiere a la capacidad de una nación para controlar y decidir sobre su propio sistema energético, sin depender excesivamente de fuentes externas, por lo cual no es fácil establecer este concepto en nuestro país como un objetivo alcanzable en el corto plazo en materia de gas natural. Sin embargo, ello no implica que no debamos considerar la seguridad energética como un objetivo a nuestro alcance.
La mayor parte del gas natural que importamos de nuestro principal socio comercial proviene de lo que se conoce como yacimientos no convencionales, que son las formaciones geológicas que contienen gas, el cual se libera con la aplicación de técnicas de fracturamiento hidráulico de dichas formaciones.
En México se han identificado por la entonces Comisión Nacional de Hidrocarburos, reservas probadas, posibles y probables, en yacimientos no convencionales, con un volumen de más de 27 trillones de pies cúbicos de gas natural, principalmente en las cuencas de Burgos, Sabinas, Tampico-Misantla, Veracruz, en el noreste del país, por lo que parece paradójico que contando con esas reservas no las estemos aprovechando y continuemos importando gas proveniente, en su mayoría, de ese tipo de yacimientos en otro país.
Parece recomendable desde el punto de vista tecnológico, desarrollar estudios muy cuidadosos sobre las ventajas, desventajas, y en su caso, los posibles riesgos y la posibilidad de eliminarlos o mitigarlos, para definir la factibilidad de su explotación técnica, social, ambiental y económica. Si los resultados de los estudios fueran favorables, el gas de los yacimientos no convencionales sería un factor de gran relevancia para fortalecer la seguridad energética en materia de gas natural.
Se ha dado a conocer públicamente que en estos días será presentado un plan de fortalecimiento de Pemex con visión hacia las próximas décadas en el cual, sin lugar a duda, el gas natural puede ser uno de los puntos relevantes de dicho plan, del cual pudieran derivarse por ejemplo políticas relacionadas con incentivos fiscales, disponibilidad de terrenos y de agua y de la normatividad ambiental en la materia para aumentar su producción. Otra línea de acción puede ser la diversificación de fuentes externas de gas, como por ejemplo con Canadá y Trinidad y Tobago, desarrollando terminales portuarias marítimas de regasificación en regiones clave del país, para recibir el gas que se requerirá para el desarrollo de dichas regiones.
La educación de la sociedad en su conjunto, para buscar un consumo racional y eficiencia energética, es clave y cualquier esfuerzo en este sentido tendrá impactos favorables en la reducción de la demanda y menores impactos ambientales.
Un plan robusto de gas natural, con visión de largo plazo, es uno de los elementos fundamentales para alcanzar los objetivos y las metas de desarrollo social y económico del país, sin dejar de considerar que el gas natural emite menos CO₂ que el carbón y el combustóleo, evitando, en el caso del aprovechamiento de los yacimientos no convencionales, cualquier impacto en los acuíferos subyacentes.
El gas natural es un componente clave del sistema energético mexicano actual y futuro, pero su creciente uso, sin una expansión proporcional de la producción nacional, puede aumentar la vulnerabilidad de la seguridad energética del país.
A través de decisiones políticas informadas, inversión en tecnología e infraestructura y el aprovechamiento responsable de las reservas nacionales de gas, en especial las no convencionales, México puede avanzar hacia una transición energética segura, soberana y sostenible.