Por:
Luis R. Sánchez Cataño
María de Lourdes Cázares Chávez
Miembros del Comité de Medio Ambiente y Sustentabilidad del CICM
Es la década de la acción climática y cada vez es mas fuerte la presión sobre gobiernos y empresas para que declaren su compromiso frente al cambio climático. El concepto de neutralidad de carbono se ha convertido en un hito crucial en la planeación para que ambos, gobiernos y empresas, se comprometan en metas de mitigación climática de mediano y largo plazo.
Conforme países como México van enfrentando episodios de huracanes destructivos, sequías prolongadas y otros efectos derivados del cambio climático, habrá una creciente demanda social para que las empresas declaren la huella de carbono en sus productos o servicios, y se comprometan a mediano y largo plazo a un balance cero de sus emisiones y compensaciones, es decir, alcancen un balance de neutralidad en sus emisiones de carbono. En este contexto, la economía mexicana ha pasado del lugar 15, a figurar actualmente como una de las diez principales emisoras de carbono a nivel global, por lo que nuestro país tendrá pronto que retomar estrategias, obligatorias y voluntarias, para reducir emisiones en sectores estratégicos como energía, petróleo y gas, minería, cemento, automotriz, turismo y el propio sector de construcción y desarrollo de infraestructura.
Hoy en día existen diversas organizaciones internacionales que reconocen compromisos de neutralidad de carbono y que impulsan acciones para mitigar las emisiones de carbono, destacándose iniciativas reconocidas por las Naciones Unidas: Race to zero, Climate Neutral Now, Science Based Targets (SBTIs), Carbon Disclosure Project (las cuales son iniciativas que ayudan a empresas y ciudades a divulgar sus inventarios de emisiones y su compromiso de reducirlas). De igual manera, muchos países cuentan con instrumentos y programas de gobierno que guían y promueven el conocimiento de las emisiones y la implementación de rutas de descarbonización de empresas de diferentes sectores productivos, incluyendo programas país de neutralidad de carbono, como los que aplican Chile, Costa Rica, Ecuador y Colombia.
En México hay iniciativas y plataformas como MÉXICO2, la Iniciativa Climática de México (ICM), Carbono Neutral Latinoamérica, entre otras, que buscan influir en la toma de decisiones en materia de cambio climático, tanto para el sector público como para el sector privado, con la finalidad de que México adopte e implemente acciones ambiciosas de mitigación, reconociendo la tendencia a la neutralidad de carbono en empresas y organizaciones que busquen conocer su inventario de GEI e implementar un plan de acción de mitigación y compensación bajo estándares internacionales. Dichos estándares ofrecen actualmente metodologías comparables que pueden aplicar especialistas para determinar inventarios y huella de carbono de productos, entre los que destacan ISO 14064 en sus partes 1, 2 y 3, e ISO 14067.
Es imperante cambiar hacia la ambición por la implementación y sumarnos, todos, a la lucha contra el cambio climático, buscando evitar la catástrofe climática y el sufrimiento que amenaza a la civilización humana en el siglo XXI, y acudir al llamado a la acción realizado por el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ante la urgencia de que gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil se comprometan
a acelerar sus acciones de mitigación y adaptación, integrándonos en la acción climática con los mejores recursos de ingeniería, sistemas de planeación, gestión y reconocimiento.
Nuestro país es hoy en día, el único miembro del G20 (foro internacional de gobernantes y presidentes de bancos centrales) que no tiene fecha para ser carbono neutral, y está muy lejos de cumplir sus compromisos con la Agenda Climática al 2030 de reducción del 35% en emisiones al 2030, como se ha documentado en la última versión presentada por México respecto de su NDC (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional), ya que lograr esta reducción implica contar con políticas públicas diferentes a las existentes.
Resulta difícil conformarse a lidiar con los efectos del cambio climático como sequías y olas de calor que repercuten en riesgos de integridad, salud, acceso a los alimentos, agua y otros recursos. Cómo recientemente lo demostró el Huracán Otis de categoría 5, que golpeó a Acapulco de manera brutal y es considerado uno de los huracanes más fuertes que se hayan registrado en el Pacífico mexicano. Es evidente que aún no logramos reflejar una respuesta del mismo nivel del riesgo que enfrentamos en la década de la acción, por lo que es momento de actuar en conjunto para alcanzar medidas ambiciosas que reflejen el nivel de atención requerido en momentos de crisis climáticas.
Entre las alternativas posibles y aunque parezca un planteamiento exagerado, es fundamental pensar en la salida progresiva del uso de carbón y combustibles fósiles, debemos contar con un despliegue mucho más acelerado hacia las energías renovables (Energía Solar y Eólica) y es necesario reducir potencialmente el uso de energía a través de medidas de eficiencia energética en todos los sectores, principalmente en la Industria, Petróleo y Gas, Transporte, Electricidad, Uso de Suelo y Residuos.
Desde la Ingeniería Mexicana hay mucho por hacer, comenzando con la sensibilización sobre la importancia del proyectar y construir bajo el conocimiento de cuántas emisiones de GEI emitirá nuestro proyecto y el compromiso en la identificación de soluciones para reducirlas. Es importante identificar las vías de acceso a mercados de carbono para que se puedan financiar las inversiones hacia de neutralidad de carbono a través de la colaboración entre colegios y asociaciones de profesionales con empresas y órganos de gobierno en los sectores ambiental y de energía. De igual manera también se pueden fortalecer capacidades y preparar recursos humanos en áreas de ingeniería que generen competitividad e implementación efectiva de medidas de eficiencia energética, cambios tecnológicos y optimización de procesos productivos. Desde el Comité de Medio Ambiente y Sustentabilidad del Colegio de Ingenieros Civiles de México tenemos la capacidad para apoyar en cualquiera de estas opciones y recomendaciones.
En un país de la magnitud y extensión geográfica y económica de México, es hora de movilizar capacidades y talento existente entre las generaciones actuales de ingenieros para enfrentar los retos de mitigación y adaptación que irán recrudeciendo conforme avance el siglo XXI.