Todo puede cambiar en unas horas, pero hasta el cierre de esta columna tres fuentes del primer círculo de Marcelo Ebrard me lo confirmaron: “nuestro futuro está en Movimiento Ciudadano”, “es la única opción que nos queda”, “parece que nos iremos a MC”.

En Movimiento Ciudadano también me confirmaron que el excanciller ha tenido acercamientos y diálogo con su líder Dante Delgado, aunque no en los cuatro días más recientes como surgieron versiones. Esto último no es de llamar la atención. Ambos son amigos desde hace muchos años.

Si Marcelo Ebrard decide tomar el camino de la ruta naranja, implicaría una reestructura en la escena política que no se puede tomar a la ligera. Ya lo dijo Ricardo Monreal: no hay que subestimar a Marcelo. Este último tiene decenas de legisladores distribuidos, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado y si bien la legislatura termina el próximo año y con ello sus puestos, esos mismos personajes, hoy con Morena y el Partido Verde, mañana podrían cambiar de camiseta para nutrir las filas de Movimiento Ciudadano. En otras palabras, Marcelo no viene solo. Incluye baterías y accesorios.

Las mismas fuentes cercanas al excanciller me aseguran que no se irá con su golpe, así como así, que prepara una exhibida contra Morena, contra Claudia Sheinbaum y especialmente contra Mario Delgado. El énfasis en este último obedecería al sentimiento de traición que vive en Marcelo Ebrard, quien le dio vida en la política, pero que ha recibido mala paga.

El equipo de Ebrard tiene cientos de evidencias de la manipulación en la elección interna de Morena. Dos ejemplos son los casos de Juan Carlos Medina Ruiz y Virginia García Liñán. Ambos son servidores de la nación, activos en el sistema y que operaron abierta y descaradamente a favor de la exjefa de gobierno en Baja California.

Stent:

Una enorme comitiva de seguridad llegó el jueves a un pequeño y discreto restaurante italiano de Polanco. Primero las camionetas “machuchonas” daban aviso de que los personajes serían relevantes. Luego, como si se tratara de una película, varios extras llenaron las contadas mesas, pero dejaron una libre para dos. Desde que se sentaron estaban susurrando y así transcurrió todo el encuentro. Era evidente que no querían que nadie los escuchara, aunque los demás fueran parte de su equipo. Esos dos comensales eran Adán Augusto López y Alfonso Durazo. El exsecretario de gobernación mantuvo la cara de pocos amigos y enfado que le hemos visto desde que la corcholata ganadora fue Claudia Sheinbaum.

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