En los círculos más íntimos del régimen, incluido el de la presidenta Claudia Sheinbaum, generó gran incomodidad descubrir cómo Arturo Zaldívar se apoderó de las candidaturas que aparecerán en la boleta de la elección judicial del próximo 1 de junio. El cálculo que hacen los propios morenistas rebasados por la derecha es brutal: él tendrá el control del 60 por ciento de los cargos de jueces y magistrados a nivel nacional, y el 50 por ciento de la Suprema Corte de Justicia. Nada mal para un hombre que estaría políticamente muerto y, posiblemente, en prisión si no hubiera sido cobijado por el poder.

Grabaciones en su contra sobran para hundirlo gracias al modus operandi de su ex mano derecha, Carlos Alpizar. Pero están guardadas en los cajones de los escritorios de los hombres más poderosos del país. No vieron la luz —y quizá nunca la verán si no es en caso de emergencia— gracias a la intervención directa de Andrés Manuel López Obrador, en sus tiempos de presidente.

Zaldívar fue una imposición directa para la presidenta Sheinbaum. Si bien su relación era cordial, se limitaba a lo institucional porque ella, en su lado más duro, todavía no termina de verlo como un producto creado por Felipe Calderón y como un personaje con afinidad por la traición. Ella le dio la mano para operar la elección, pero se tomó el pie. Ignoró la petición de hacer un proceso disimuladamente limpio y desempolvó expedientes para tenerlos listos en caso de que Miguel Ángel Yunes no se doblara. En la lista seguían Ricardo Anaya y Manlio Fabio Beltrones.

Durante todo el desastre que ha sido el proceso de la elección judicial, Zaldívar navegó con un perfil bajo. Agachó la cabeza para no llamar la atención, pero en ese lapso tejió alianzas con varios integrantes del Poder Judicial, mismos que sus amigos querían destruir. El mejor ejemplo es un grupo de inconformes que decidió acercársele a negociar al ver que no tenían ninguna posibilidad de continuar ejerciendo si no era a través de él. En cuestión de días se harán notar porque contrataron un servicio para homologar sus campañas: videos promocionales, manejo de redes sociales y publicidad.

Personajes como ellos, como Zulema Mosri, magistrada aspirante a la Corte y esposa de Rafael Macedo de la Concha, exprocurador encargado del proceso judicial contra López Obrador por desacato cuando era jefe de gobierno del Distrito Federal, ya tienen el visto bueno y el impulso de Zaldívar, quien también se ha acercado con los gobernadores de oposición a ofrecerles una negociación de cargos, misma que también llegó a los oídos de la presidenta Sheinbaum.

Otra de las aliadas más cercanas a Zaldívar en la actualidad es la ministra plagiaria Yasmín Esquivel. Juntos están trazando la ruta para, por fin, llevarla a la presidencia de la Suprema Corte, pero sobre todo y más importante para frenar a los Batres, específicamente a Lenia, considerada por ambos como una amenaza a sus planes de control.

Avorazado se escribe con “Z” de Zaldívar.

Stent:

Marisela Morales es la candidata de los militares. La mujer que trabajó mano a mano con Genaro García Luna, también avanzó rumbo a la Corte.

claudio8ah@gmail.com

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