Ya en la conversación, además de la naturaleza que une a los personajes que habitan su nuevo libro —seres que lucharon por abrirse un espacio, por conseguir que su voz se oyera, por el talento que han manifestado en muy diversas áreas—, lo cierto es que los hermana la voluntad limpia, serena y la capacidad de trabajo de Ana Francisca Vega .

En el volumen interactivo Corazón de mexicanos como yo, de la periodista y narradora viven —o reviven según sea el caso— seres gracias a los cuales ese concepto a veces tan esquivo de la mexicanidad se expande fuera de las fronteras del país y allá se materializa. Escrito para quienes consideramos primeros lectores, hablamos de medio centenar de muy destacadas personalidades que lo mismo pertenecen al ámbito deportivo que a la actuación, la música, la lucha social o los viajes espaciales. Conformemos de esos 50 una novena a manera de ejemplo —ya que Ana Francisca sería para el beisbol la cuarta mosquetera justo con Burak , Segarra y De Valdés—: Jorge Ramos , Eva Longoria , Lynda Carter , César Chávez , J osé Hernández , Edward James Olmos, Selena Quintanilla, Oscar de la Hoya y Ritchie Valens.

—Tienes una muy trabajada capacidad narrativa, en este caso enfocada a primeros lectores. No los ves mientras escribes, pero están ahí y los visualizas.

—Cuando escribo para el llamado “público infantil” tengo siempre en mente a mi hija de ocho años y a sus amigos; pienso en su energía contagiosa y en lo increíble que es verlos asombrarse y descubrir el mundo poco a poco.

—Además del corazón de mexicanos, en el medio centenar de personalidades que conforman el volumen debió haber un común divisor para seleccionarlos justamente a ellos.

—Prácticamente todos los personajes que elegí comparten ciertos atributos: el amor a sus raíces es uno de ellos. Elegí personajes que me ayudaran a comunicar ideas fundamentales para mí, lo importante que es encontrar tu propia identidad: mirar hacia adentro; y lo necesario que es devolver al mundo algo de lo que has recibido: mirar hacia afuera.

—El libro es gratamente didáctico y amigable, pero no inocente. Sin desvelar los entretelones del trabajo, ¿aceptas que hay elementos de honesta seducción para que el lector no “escape”?

—Sí, claro. Mantener el interés y la atención de niñas y niños necesita precisamente de eso: elementos creativos que nos ayuden a transmitir la historia. Esos elementos son oportunidades de aprendizaje y de entrada a la lectura.

—Habrá quién señale, con cierta razón, que para desarrollarse en cualquier ámbito habría que optar por un país distinto. Es una opción válida que tal vez se ha vuelto necesaria.

—No lo sé, quizá. Mi libro busca intencionalmente ver a las personas migrantes sin emitir un juicio sobre su decisión de dejar México o de no regresar. Creo que generalizar no abona a esta conversación. A veces la gente opta por irse, a veces no tiene de otra, a veces es una mezcla de muchas cosas más. Por eso es más interesante abordar el tema desde la perspectiva de la identidad, la búsqueda y definición, personalísima, de esa identidad.

—Te pido por último que digas para quienes seguimos tu labor periodística y narrativa que vas a continuar escribiendo.

—No lo sé todavía. Después de un año de trabajo muy intenso estoy en un proceso de recargar mi energía creativa. Pero confieso que ya siento cosquillitas en las manos: el primer signo de que pronto debo comenzar a teclear.

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