El jueves pasado fueron detenidos dos de los principales líderes del cártel de Sinaloa en Estados Unidos: Ismael Zambada (“El Mayo”) y Joaquín Guzmán López (hijo de Joaquín Guzmán “El Chapo”. El cómo de la detención sigue sin conocerse. La historia más aceptada es que Ismael Zambada fue secuestrado por Joaquín Guzmán López y “seis hombres en uniforme militar”, forzado a subir una aeronave y entregado a Estados Unidos. La noticia fue una sorpresa en México, incluidas las autoridades mexicanas. En su conferencia mañanera, López Obrador confirmó no saber de la detención y exigió un “informe completo” al gobierno vecino. En un intento por salvar cara, la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, se apresuró a dar información sobre el viaje de los narcotraficantes al país vecino. Sin embargo, según el reportaje de Peniley Ramírez, tanto la información que dio sobre el piloto como de la aeronave era incorrecta, lo que terminó por evidenciar a las autoridades mexicanas.
En ambos lados de la frontera se celebró la detención como un importante logro. El presidente Biden congratuló a las agencias estadunidenses señalando el hecho como un importante logro para la salud pública de su país. “Demasiados ciudadanos han perdido la vida al flagelo del fentanilo. Demasiadas familias han sido rotas y sufren a causa de esta destructiva droga,” escribió en un comunicado. Otras autoridades acompañaron la felicitación. La titular de la DEA (Administración de Control de Drogas) afirmó: “La DEA seguirá buscando justicia para cualquier vida americana perdida y trabajará incansablemente para prevenir más muertes innecesarias y para perseguir a los responsables.”
Llamar a cuentas a los líderes de una organización criminal cuyos miembros cometen cotidianamente desapariciones, tortura, homicidios, actos de corrupción o extorsiones es sin duda importante para la justicia y el estado de derecho. Sin embargo, años de experiencia en México han demostrado que la detención de líderes no sirve para salvar vidas ni reducir la violencia. “Si me atrapan o me matan, nada cambia”, declaró “El Mayo” en una entrevista a Julio Scherer en 2010. En eso, tenía razón. Su detención, como la(s) de “El Chapo”, no va a reducir los mercados negros ni el consumo, ni prevenir nuevos delitos. En cambio, es probable que aumente la violencia (no solo de homicidios) a causa de las luchas internas que provoquen las detenciones —en el Cártel de Sinaloa y frente a otras organizaciones que busquen tomar control del negocio actual.
Hemos normalizado (regularizado) el régimen de excepción constitucional para “detener el flagelo del crimen organizado”. Hemos aceptado la prisión preventiva, la disminución de los derechos procesales, la militarización y la violencia estatal como necesarios para proteger la salud pública y detener a los delincuentes. Hoy mueren más personas en México y en Estados Unidos por el consumo de sustancias y la violencia. El mercado de drogas siempre va a existir. Mientras sea ilícito, y regulado solo a través de la prohibición, seguirá la complicidad de las autoridades, la impunidad, el flujo de drogas a Estados Unidos y la violencia en México. La prohibición no es una guerra que se pueda ganar. Cayó “El Mayo”, el legendario Mayo. ¿Y luego?
Doctora en derecho. @cataperezcorrea