En diversas ocasiones el presidente López Obrador ha utilizado la confianza hacia las Fuerzas Armadas para justificar que realicen tareas civiles que van desde la prevención del delito hasta la construcción de infraestructura. Apenas en junio anunció que intentaría reformar la Constitución para que los militares controlen de forma permanente a la Guardia Nacional , el cuerpo de seguridad más grande del país. Nuestra Constitución es muy clara en señalar que los cuerpos de seguridad pública son civiles (art. 21) y que las Fuerzas Armadas no deben realizar tareas que no tengan exacta conexión con la disciplina militar (art. 129). Esta disposición está vigente desde 1917. Decisiones posteriores de la SCJN y la Corte Interamericana han reiterado que la participación de las FFAA en tareas ajenas a la disciplina militar debe ser excepcional, complementaria a la de civiles, regulada, fiscalizada y subordinada a la autoridad civil. De lograrse, la reforma propuesta por López Obrador sería el cambio más relevante de su gobierno. Uno que echaría atrás un siglo de compromisos constitucionales y varias obligaciones internacionales.
El uso de encuestas para sustentar políticas públicas, especialmente cuando tienen repercusiones para varias generaciones, ha generado muchos debates . En este caso, existe además mucha evidencia de que se trata de una mala política , que no reduce la violencia, sino que la exacerba. Pero, además, las encuestas tampoco son claras sobre las preferencias de la población y muestran cierto recelo al militarismo en curso.
Ciertamente, diversas encuestas muestran la confianza que tiene la población hacia las Fuerzas Armadas, especialmente comparadas con otras instituciones de seguridad. Una encuesta de Parametria , realizada en el marco de la creación de la Guardia Nacional , muestra que 67% de las personas encuestadas dijo preferir al Ejército en la calle frente a la policía . Pero a la pregunta: “¿Qué acción ayudaría más a mejorar la seguridad en el país: que los militares asuman las funciones de policías o que los estados y municipios fortalezcan sus policías?, 58% eligió lo segundo y solo 35% apostó por la vía militar. Es decir, los datos distan de ser un buen sustento para las políticas de expansión militar.
muestra algo similar. Según los resultados, en México, 48% de las personas encuestadas respondió que tenía “mucha” o “algo” de confianza en las FFAA, pero 51% respondió que no tiene “ninguna” o “poca” confianza. Además, a la pregunta: ¿Apoyaría Ud. a un gobierno militar en reemplazo del gobierno democrático si las cosas se ponen muy difíciles, o no apoyaría Ud. en ninguna circunstancia un gobierno militar?, 55% de las personas encuestadas en México respondieron que en ninguna circunstancia apoyarían esa medida.
Más preocupante, los datos dan cuenta de una disminución de la confianza a lo largo de los años. En 2018, 50% dijo tener algo o mucha confianza en las FFAA, en 2010, 55% y, en 2007, 67%. Es probable que esta disminución se deba al desgaste que va sufriendo el Ejército al estar expuesto a las interacciones cotidianas, no asistenciales, con la población. El descenso en la confianza es muy marcado después de 2006 , cuando inició el despliegue militar.
Decir que la Guardia Nacional debe ser militar porque la población tiene más confianza en el ejército es una sobresimplificación de la realidad que además omite los riesgos que tiene, entre otros, para las propias FFAA.
@cataperezcorrea