El diputado desde la tribuna levantó la mano “¿Qué ves aquí?” y el compañero le dijo: “Pues una mano”. “¡Muy bien!”, dijo. “¿Y ahora?”. En ese momento la mano abierta giró dejando arriba solo el dedo del centro. “Pues una seña muy obscena”. “¡Perfecto! ¿Este dedo que está aquí de quién es?”, dijo. “Pues es tuyo, filósofo”. “¿Y si te lo meto hasta adentro en esa parte que empieza con c y termina con o y no es el codo?”. Al pronunciar estas palabras el diputado movió el brazo para atrás y empujó su dedo erguido hacia arriba con fuerza. “¿De quién sigue siendo el dedo?”. “Pues suyo”. “¿Verdad que ya no es tuyo? Lo mismo pasa con este tema. El niño, el bebé, no es de la mujer.” Luego siguió: “Conocemos todos los preservativos, sirven para que no andes haciendo marchas desnuda, pidiendo legalizar la muerte de uno que no tiene la culpa de tu descontrolada calentura.”
Esas fueron las palabras de Sergio Augusto López, diputado local del Partido “Verde” (PVEM) en Aguascalientes, en la sesión en la que se discutieron y aprobaron varias reformas para proteger la vida desde la concepción. A pesar de la pandemia y de los enormes retos sociales, económicos y de salud que atraviesa el país y el estado; la prioridad legislativa fue el aborto o, más específicamente, mostrar que la iglesia –y el patriarcado– tienen presencia y poder en el estado. Para ellos es irrelevante que las leyes federales garanticen el derecho a interrumpir el embarazo en caso de violación o que miles de mujeres hoy se practiquen abortos, a pesar de ser un delito en el estado. También es irrelevante que la prohibición del aborto afecte principalmente a mujeres con escasos recursos. Lo que importa es el símbolo, el gesto, la afirmación de que lo que meten en la barriga de las mujeres es de ellos, decir que tienen el poder sobre nuestros cuerpos.
No es sorpresa que Aguascalientes esté particularmente mal parado en términos de violencia hacia las mujeres. Según la última encuesta del Inegi sobre relaciones en el hogar, 66% de mujeres en el país reportó haber sufrido algún tipo de violencia alguna vez en su vida. En Aguascalientes ese porcentaje fue de 73%. El estado también tiene un porcentaje de mujeres mayor que el promedio nacional que reportan violencia en el ámbito escolar, laboral, comunitario y de pareja. Además, el porcentaje de madres adolescentes (desde los 12 años) es mayor que el promedio nacional. Estos embarazos son una de las principales causas de deserción escolar en estudiantes de educación básica.
En ese contexto, un hombre puede hablar en tribuna de meterle el dedo –o lo que quiera– al culo de una mujer. En ese contexto de violencia puede también avanzar la candidatura de Félix Salgado Macedonio para ser gobernador de Guerrero por Morena –a pesar de haber sido acusado de violar a una joven de 17 años, de drogar y violar a otra y de abuso sexual por varias. Símbolos ambos de los valores que aún protege el Estado. ¿Hubiera avanzado su candidatura si sus cargos fueran por posesión de narcóticos? ¿Qué nos dice eso sobre cómo valora el sistema político nuestra integridad?
Los hombres que hoy dominan la política y los partidos no han terminado de entender que el mundo ha cambiado. Las tecnologías permiten abortos farmacológicos y las mujeres somos una fuerza política. Les quedan los símbolos y la violencia, pero no por mucho tiempo más.
@cataperezcorrea