Los líderes de las principales economías del mundo se han dado cita en Rio de Janeiro durante los días 18 y 19 de noviembre para celebrar la decimonovena (19ª) cumbre del G20. La presidencia brasileña del G20 ha escogido el lema Construyendo un mundo justo y un planeta sustentable, y propuesto tres ejes prioritarios para el 2024: la inclusión social y la lucha contra el hambre; la transición energética, la acción climática y el desarrollo sostenible; y la reforma del multilateralismo global. Más aún, para apalancar estos objetivos, Brasil ha creado dos nuevos grupos de tareas (task forces) dentro del G20: el grupo de Mobilización Global contra el Cambio Climático, y la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza. Asimismo, Brasil ha impulsado la creación de la Iniciativa de Bioeconomía, dentro del track de sherpas del bloque, con el objetivo de traccionar los avances en materia de bioeconomía hacia la promoción de la inclusión social y el desarrollo sostenible. Sin dudas, un gran legado que deja la presidencia brasileña del G20 es la ya mencionada Alianza Global contra el Hambre cuyo objetivo es acabar con el hambre en el mundo para el año 2030. Esta iniciativa ya cuenta con la adhesión de 81 países, así como también de 26 organizaciones internacionales, 9 instituciones financieras y 31 fundaciones filantrópicas y ONGs. Según reportes de la FAO hay actualmente 733 millones de personas en estado de desnutrición en el mundo; tendencia que se acentúa con los desplazamientos forzados y la destrucción de cultivos generados por los conflictos activos en Ucrania y Gaza. Con ello, la tarea que se ha propuesto esta Alianza sea quizás demasiado ambiciosa para un horizonte temporal tan estrecho, pero bien vale el esfuerzo, aunque más no sea que para recordarles a los líderes mundiales que el hambre y la pobreza extrema siguen siendo problemáticas acuciantes de la sociedad internacional del siglo XXI.

Cabe destacar que esta ha sido la primera cumbre liderada por Brasil, el único miembro latinoamericano que hasta entonces no había detentado la presidencia de este bloque, habiéndolo presidido México en el año 2012, y la Argentina en el 2018. Para Brasil, la presidencia del G20 ha representado una instancia de ejercicio de liderazgo regional y global, y una oportunidad única para marcar la agenda global en temas de gran actualidad y relieve, como lo son el cambio climático, la pobreza, la desigualdad económica, la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible, la transición energética, la reestructuración de la deuda, y los mecanismos de financiación de la reconversión energética hacia matrices más sostenibles y menos contaminantes, punto que representa un gran desafío para los países en desarrollo, no solamente en lo relativo a infraestructura y capacidades instaladas sino también en términos financieros. A lo largo del 2024, en su calidad de presidente del bloque, Brasil ha llevado adelante estas agendas temáticas enmarcándolas en las problemáticas e inquietudes de América Latina, en particular, y del Sur Global, en general, e imprimiéndoles una fuerte impronta desarrollista y de sustentabilidad. Más aún, las prioridades temáticas escogidas por la presidencia brasileña del G20 se alinean de manera clara e inequívoca con la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y el Pacto para el Futuro de las Naciones Unidas. Sobre este punto, es importante recordar que la ventana de oportunidad para que Brasil continue liderando la agenda global de sostenibilidad se extiende un año más, dado que el país lusófono será la sede de la COP30, en noviembre del 2025. En efecto, al cerrar la cumbre del G20 esta semana, Lula da Silva ha afirmado que la COP30 de Belém será “la última oportunidad de evitar una ruptura irreversible en el sistema climático.” En esta misma línea y enlazando las discusiones sobre sostenibilidad del G20 con aquellas que acaecen en el marco de la ONU, Lula abogó por la creación de un Consejo de Cambio Climático dentro de las Naciones Unidas.

Del mismo modo, Brasil ha aprovechado su presidencia del G20 como plataforma para relanzar una prioridad brasileña de ya larga data como lo es la reforma de las instituciones y mecanismos de gobernanza globales. Con este ímpetu, Brasil ha designado a la reforma del multilateralismo como una de las tres prioridades temáticas de la agenda 2024 del bloque, abogando por un mayor rol agencial de los países del Sur Global en instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, espacio en el que Brasil viene hace muchos años convocando a que se amplíe el número de asientos permanentes para incluir a potencias emergentes como el propio Brasil, Turquía, India, y Sudáfrica, entre otras. Sobre este punto, es importante resaltar que la actual troika del G20 está conformada por tres potencias del Sur Global: India, Brasil y Sudáfrica. En el marco del G20, el trabajo en troika tiene como finalidad asegurar una cierta coherencia y continuidad entre las agendas temáticas de las distintas cumbres, impulsando el trabajo conjunto entre las presidencias saliente, actual, y sucesora. Sudáfrica, recientemente investida en Río como la actual presidencia del G20 ya ha anunciado su lema “Solidaridad, Igualdad, Sostenibilidad” para la cumbre 2025 del bloque. De este modo, Sudáfrica continua con la impronta de Brasil de utilizar el G20 como plataforma para la promoción de temáticas de alta relevancia y prioridad para los países del Sur Global. Sumado a ello, debe destacarse que, durante la cumbre de este año, la Unión Africana se ha incorporado como miembro permanente del G20, detentando ahora el mismo status que tiene la Unión Europea dentro del bloque. En consecuencia, el G20 se reafirma como un espacio de diálogo, trabajo conjunto, y coordinación de agendas y prioridades entre las grandes potencias y los países del mundo en desarrollo. En este sentido, es importante destacar y revitalizar el rol que el G20 puede adquirir como foro primigenio en el que los países del Sur Global presenten no solamente sus demandas y necesidades, sino también sus propuestas de políticas y su expertise, ante sus pares del Norte, haciéndolo en un espacio de membresía reducida y en el que tienen la oportunidad de definir agendas, dirigir grupos de tareas, y presidir cumbres.

La declaración final de la cumbre del G20 2024 retoma aspectos centrales del Acuerdo de Paris, así como también de la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) que de ella emergieron. En efecto, el texto de la declaración enfatiza que, a seis años del plazo propuesto por la Agenda 2030, solo el 17% de sus objetivos están siendo cumplidos. En la declaración también se enfatiza el rol del desarrollo sostenible en sus tres aristas, económica, social, y medioambiental, como el principio que debe ser rector de las relaciones de cooperación entre estados; y se insta a los miembros del bloque a mantener los incrementos de temperatura globales por debajo de los 2°C de niveles pre-industriales, reconociendo que alcanzar un objetivo de 1.5°C sería mucho más deseable para contrarrestar los efectos adversos del cambio climático. Asimismo, la declaración insta a ampliar la disponibilidad de financiación y de inversiones públicas y privadas en materia climática para apoyar a que los países en desarrollo realicen una exitosa transición energética hacia economías de baja emisión de carbono. Más aún, la declaración llama a gravar de manera especial a los “superricos”, resaltando la importancia de una fiscalidad progresiva como medio para reducir la desigualdad, fomentar un crecimiento económico inclusivo, y financiar los proyectos de transición energética.

En el contexto internacional actual, las críticas a la agenda del desarrollo sostenible afloran y enraízan en Europa Occidental, inclusive en el seno mismo de la Unión Europea (no olvidemos que el tercer grupo político en cantidad de miembros del Parlamento Europeo, Patriotas por Europa, es un crítico acérrimo de la Agenda 2030 por considerarla como perjudicial para el desarrollo del campo europeo),  así como también en América del Norte, y hasta en el mismo Cono Sur (en donde la Argentina liderada por Javier Milei ha recientemente un giro de 180 grados con respecto a su posición internacional en materia de cambio climático y desarrollo sostenible, llegando a retirar su participación de la COP29 que tuvo lugar en Baku, Azerbaiyán, en este mes). A pesar de este escenario internacional relativamente adverso, este noviembre Río se ha establecido no solo como la capital del G20, como promoviera un slogan de la presidencia brasileña del bloque, sino que también Río se ha transformado en la capital de la agenda de la sostenibilidad. Será sin dudas muy interesante ver cómo Brasil continua esta labor el año próximo, en el marco de la COP30, así como seguir de cerca la presidencia sudafricana del G20, para poder analizar los éxitos y limitaciones de la promoción de una agenda de sostenibilidad impulsada y liderada, esta vez, por el Sur Global.

Investigadora doctoral,

Escuela de Relaciones Internacionales, University of St Andrews (UK)

Miembro de la Red de Politólogas #NoSinMujeres

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 Fuente: Página oficial de la presidencia brasileña del G20. 19/11/2024. URL:

 Fuente: Página oficial de la presidencia brasileña del G20. 19/11/2024. URL:

 Fuente: Declaración final G20 2024. 18/11/2024. URL:

 No obstante, Argentina finalmente ha firmado el comunicado final del G20 2024, aunque ha publicado, en paralelo, un documento oficial desvinculándose de algunas de sus conclusiones y apelaciones, en especial a aquellas relativas a la Agenda 2030.

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