En estos tiempos en que Washington busca redefinir el combate al crimen organizado como una guerra contra el terrorismo, para ya entrar a hablar de un Narcoterrorismo, se abre un debate sobre cómo responderán aquellos a quienes se pretende someter. Las medidas estadounidenses, que incluyen la designación de estos grupos como organizaciones terroristas y el despliegue de drones, y posiblemente también de fuerzas especiales, en sus territorios, podrían encender una respuesta tan variada como peligrosa. Porque es preciso reconocer que, en el fondo, estos criminales transnacionales no son autómatas. Son actores de carne y hueso con recursos, astucia y, sobre todo, un instinto de supervivencia que les ha permitido prosperar durante décadas.

En primera instancia, no sería de extrañar que, ante las acciones estadounidenses, los cárteles opten por intensificar sus campañas de violencia, aquí y allá. En una puesta en escena propia de una tragedia griega, sólo que moderna, podríamos observar un incremento de venganzas en formatos variados (ej. más atentados y emboscadas), que además ser actos de barbarie propios de grupos terroristas, se convertirían en respuestas irracionales y no calculadas como las que ya hemos visto suceder aquí en México. Nuestra historia con el crimen organizado nos enseña que, estos individuos, cuando se ven o se perciben atacados, la violencia desproporcionada es lo único que profieren.

Tampoco podríamos obviar que, en esta era plena de la información, la batalla se librará tanto en las calles como en el mundo virtual. Los cárteles, maestros en la prosa de la intimidación, podrían explotar estas acciones para lanzar una campaña de propaganda que no solo cuestione la efectividad y la ética de las acciones estadounidenses o conjuntas, sino que generen desinformación para manipular el debate público y distorsionar la realidad. Con mentiras tan afiladas como navajas, podrían transformar la verdad en un espejo deformado, donde cada dato y foto falseada es un arma destinada a erosionar la credibilidad de las instituciones y a presentar estas medidas como amenazas a la libertad.

Si la violencia física y la propaganda son dos caras de la misma moneda, como las dos caras de Jano, la tercera posibilidad es una mayor actividad criminal en el ciberespacio. En algunos análisis que ya hemos realizado sobre datos oficiales de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe - Inegi), hemos visto cómo se han venido incrementando los delitos virtuales. Es así que los cárteles podrían intensificar sus operaciones de ciberataques e infiltración en sitios de organizaciones financieras y de gobierno, buscando interrumpir las operaciones de aquellas organizaciones que, con o sin pruebas, sospecharan como involucradas en las acciones en su contra. Se trataría en este caso de una contraofensiva en un espacio del que dependemos cada vez más y del que, me temo, se halla colgado de alfileres –tanto o más como los que se cuelgan del WIFI del vecino.

Adaptarse o morir es la estrategia del superviviente. Y lo mismo pasará con el crimen organizado. Algo que es posible lograr es quitarle territorios e influencia. Pero siempre buscarán la forma de responder y reinventarse.

En conclusión, entre discursos de narcoterrorismo, seguridad y protección de fronteras, las medidas y acciones por venir tendrán reacciones. Los cárteles mexicanos, en su inagotable capacidad de adaptación transexenal, y en este caso, hacia los siguientes cuatro años de Trump, podrían responder con una combinación de violencia, propaganda y ciberguerra. No sé qué pasará. Pero se augura un escenario en el que la estabilidad del Estado Mexicano y la seguridad de todos se verán sometidos a nuevas y feroces pruebas.

Quizá, al final, este cambio de perspectiva hacia el crimen organizado se convierta en una de las ironías más trágicas desde que inició este siglo de multipartidismo en México: una guerra contra el narcoterrorismo que no es más que un reflejo de la herencia y ambición de unos elegidos sin idea de polis, y de unos criminales que, siendo de la misma generación y porte que esos elegidos, no se dejarán someter sin hacer uso de todos sus recursos para mantener sus botines.

www.carlosvilalta.org

Académico, CentroGeo

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