Para los empresarios de México, la extorsión es la normalidad en un país que falla a quienes sueñan con crear una empresa, un negocio, y de esta forma valiente mejorar su vida. La Encuesta Nacional de Victimización de Empresas de INEGI de 2024 lo demuestra con cifras irrefutables: durante 2023, la extorsión fue el delito más frecuente con el 26% del total de los delitos reportados por los empresarios. Una cifra que representa un ataque continuo a la economía. En cifras absolutas, de los 2.9 millones de delitos reportados contra las empresas del país, 747 mil correspondieron a extorsiones, seguidos por 493 mil robos o asaltos de bienes o dinero, y 479 mil robos hormiga. Estas cifras muestran un panorama prometedor, para los extorsionadores. Paso a darle algunos detalles y análisis de este grave problema nacional.

Un mapa desigual de la extorsión

Nunca pensé decirlo, pero México tiene una geografía muy demarcada de los malos negocios. Si usted va a crear una empresa, tome nota al respecto. Los estados donde la extorsión empresarial es el primer o segundo delito más frecuente, son todos, con la excepción de Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Durango, Guanajuato, el Estado de México, Nuevo León, Puebla, Sinaloa y Tlaxcala. Ahí lo que imperan más bien son los robos hormiga, los robos o asaltos de bienes o dinero, los actos de corrupción (en Edomex), o los delitos informáticos (en Durango). Los estados con más empresarios afectados por la extorsión los podrá encontrar en Colima con el 55%, Querétaro con el 52% y San Luis Potosí con el 44%.

En la Ciudad de México y Tabasco, la extorsión compite con los actos de corrupción por el deshonroso primer lugar entre los delitos más frecuentes contra las empresas. Es decir, ahí el impuesto criminal viene porque viene, ya sea por el lado de las autoridades, o por el de los “otros”.

Un delito persistente

Para los empresarios, hay dos cosas que nunca terminan: el pago de impuestos y el cobro de piso. Entre 2011 y 2023, la tasa de empresas extorsionadas nunca ha sido menor de 10 por cada 100 (en 2013). Diez años después, en 2023, se registraron 16 extorsiones por cada 100 empresas, una cifra considerablemente menor al pico histórico de 18 extorsiones por cada 100 empresas en 2019, pero aún cercana. En 2021, esta tasa era de 17 por 100 empresas, y no fue una tasa significativamente diferente a la de 2023 –o sea, que seguimos igual.

Extorsionadores cada día más envalentonados

Que su descaro viene en aumento, no se puede negar. Si bien el principal medio para efectuar una extorsión, la llamada telefónica, ha mantenido su preponderancia a lo largo de los años, representando el 84% de los casos en 2023, las extorsiones cara a cara (cometidas en la calle o el establecimiento como cobro de piso) vienen en aumento; en 2023 ya alcanzaron el 15%. Esto nos dice dos cosas: o que las extorsiones telefónicas han dejado de servir, o que los criminales están cada vez más envalentonados.

A la par, tristemente, la extorsión deja muchos réditos a los criminales. En una de cada siete extorsiones, los empresarios entregaron lo que les se pidió (dinero u otros bienes). Nada mal. Pero si la extorsión se realiza cara a cara, sube el récord de bateo, porque siete de cada diez empresarios accedieron a entregar lo solicitado. Esto explica el aumento de la popularidad en el cobro de piso. Y en el fondo demuestra el poder de coerción del crimen organizado y el vacío de protección que sufren los empresarios en este país.

El costo económico

Si las cifras de empresarios extorsionados impactan, su costo económico resuena como trompeta en boca de principiante. En 2023, las pérdidas relacionadas con este delito rondaban los 9 mil pesos promedio por empresario, que, si multiplicamos por los 746 mil empresarios extorsionados, suman 6.7 billones de pesos para los bolsillos de los criminales. ¿Cuántas cosas buenas se podría hacer con todo ese dinero?

¿Qué nos queda?

No mucho cuando seis de cada diez empresarios nos dicen que el mayor problema que enfrentan es la delincuencia y sólo el 3% de las extorsiones fueron denunciadas a las autoridades. Repito el nivel de caos: el 97% de los extorsionados no denuncia. Por algo los empresarios se quejan más de la delincuencia que de los impuestos, los trámites, o la falta de apoyos por parte del gobierno. De tal forma que la extorsión se convierte en un pasivo forzoso, un costo intrínseco a hacer negocios en México. Un gasto de operación que le sube los precios al consumidor, erosiona la confianza social, paraliza las inversiones, y desangra al país entero.

Cada extorsión no denunciada, cada peso entregado y cada negocio que cierra es una derrota. El delito es una batalla que no se lucha solo con decretos y leyes publicadas en el diario oficial, al el cual, por cierto, los criminales ni están suscritos ni les importa. A los criminales poco les importan los discursos y los cambios legales. Contra la extorsión lo que funciona es la denuncia y la inteligencia policial. No el aumento de penas. Al respecto, creo que estamos en el camino correcto, por ahora. Pero cada denuncia cuenta. Los empresarios necesitan empezar por ahí.

Académico. CentroGeo

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