El reciente comentario del excéntrico presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, describiendo a México como un lugar “esencialmente gobernado por cárteles” ha encendido un debate brutalmente incómodo, pero necesario. Si bien sus declaraciones están plagadas de motivaciones políticas y cargadas de estereotipos y prejuicios, la afirmación dista de carecer de verdad en ciertas regiones del país.
La pregunta que debemos hacernos no es si México está bajo el control de organizaciones criminales en su totalidad, sino qué tan profundas son las raíces de este fenómeno y cómo se refleja en nuestra cotidianidad.
En estados como Guerrero, Michoacán y Sinaloa, entre otros, los cárteles han sobrepasado las capacidades del Estado. Controlan rutas comerciales, imponen sus propias leyes y hasta “impuestos” a las comunidades. Los vacíos de poder generados por la histórica y brutal corrupción endémica han permitido que estas organizaciones actúen como autoridades de facto. Esta realidad no es un secreto para quienes viven en dichas zonas; el miedo y la impunidad son parte de su día a día.
No obstante, reducir a México a la imagen de un país gobernado exclusivamente por cárteles es una visión simplista e incompleta. Pero no hay dudas, es cierto que las estructuras criminales han permeado amplias zonas del territorio nacional, aunque también es cierto que existen muchas más regiones donde la autoridad legítima mantiene el control.
El peligro de declaraciones como las de Trump radica en su instrumentalización para justificar políticas agresivas, como aranceles o medidas intervencionistas, bajo el pretexto de combatir el narcotráfico. La narrativa que posiciona a México como un “enemigo externo” sirve a una agenda política que busca polarizar y desviar la atención de problemas internos en Estados Unidos.
Sin embargo, también nos obliga a los mexicanos a mirarnos en el espejo… es crucial que aceptemos la cruda realidad: en muchas zonas del país, las instituciones del Estado han sido reemplazadas por poderes paralelos.
En este contexto, es pertinente analizar el balance de los primeros cien días del gobierno de Claudia Sheinbaum en materia de seguridad. Sin lugar a dudas, su administración ha tomado medidas mucho más contundentes que la anterior, destacándose por el incremento en el número de detenciones de criminales generadores de violencia y confiscaciones de drogas. Adiós a los abrazos, discretamente en el discurso, contundentemente en los hechos.
Sin embargo, estos modestos logros no pueden desvincularse de los problemas estructurales heredados, como la corrupción y la falta de continuidad en las estrategias de seguridad.
Aceptar que el problema de la criminalidad en nuestro país tiene raíces profundas no significa resignarse. Es un llamado urgente para abordar las fallas estructurales que han permitido que oscuros poderes paralelos gobiernen partes del territorio.
Decir que México está gobernado por cárteles u organizaciones criminales no es mentira, pero tampoco es toda la verdad. Lo que sí es un hecho es que en las regiones donde el gobierno no está, manda quien tiene la fuerza de las armas.
Podemos seguir echando culpas a Estados Unidos y su adicción a las drogas ilegales o a nuestro pasado histórico coludido con criminales en todos los niveles de gobierno, pero la única verdad, y muy dolorosa, es que el problema es nuestro y nadie va a venir a resolverlo por nosotros.
O enfrentamos de una vez nuestras fallas o seguiremos viendo cómo nos definen desde afuera. Y ahí sí, no habrá excusas que valgan.
POSTDATA I – Acorde con Alfonso Durazo, gobernador de Sonora: “En el 97.2 por ciento de los homicidios ocurridos en Sonora, las víctimas estuvieron involucradas en actividades ilegales que generaron un entorno de riesgo”. O sea, es culpa de los muertos que los hayan matado. Si este es el pensar de los mandatarios estatales, que no nos sorprenda estar tan jodidos como estamos. Otra verdad dolorosa.
POSTDATA II – La presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Rosario Piedra, reafirmó su apoyo a la prisión preventiva oficiosa. Sin palabras.
Consultor en seguridad y manejo de crisis
@CarlosSeoaneN