La confirmación de que el asesinato del diputado Héctor Cuén Ojeda fue encubierto con un montaje elaborado por la fiscalía del estado de Sinaloa representa uno de los episodios más alarmantes en la narcopolítica mexicana.
Este homicidio, sumado a las crecientes evidencias de complicidad entre el gobierno estatal y facciones criminales, pone de relieve un patrón que va más allá de lo aislado: es la manifestación de una estructura corrupta enraizada, con capacidad no solo para ejecutar un asesinato sino para tejer una red de mentiras y engaños con tal de desviar la atención y mantener la impunidad en el poder.
La FGR desnudó la verdad: Cuén, exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa y diputado federal electo, fue asesinado no en el pretendido robo de su vehículo en una gasolinera como se afirmó localmente, sino en una finca en Culiacán, en un encuentro supuestamente promovido para mediar las tensiones entre él y el gobernador Rubén Rocha Moya con el aval de “El Mayo” Zambada como testigo.
La complejidad del caso va en aumento con el descubrimiento del montaje que la fiscalía estatal presentó públicamente para encubrir el crimen. Las pruebas mostradas en un video, que pretendía justificar el asesinato como un intento de asalto callejero, fueron preparadas para engañar a la opinión pública y encubrir la verdad.
Sin embargo, la FGR descubrió que en la finca “Huertos del Pedregal” había restos de sangre pertenecientes a Cuén y que la camioneta utilizada para el montaje contenía sangre de Rodolfo Chaidez, policía en activo y escolta de Zambada, quien también desapareció aquel día.
El vergonzoso papel de la fiscalía estatal bajo Sara Bruna Quiñónez merece especial atención y no basta con que haya renunciado a su cargo una vez descubierto el montaje. Seguramente habrá delitos que se le puedan tipificar ante su corrupta actuación.
Tristemente, el expresidente AMLO no solo se abstuvo de investigar a Rocha Moya, sino que reforzó públicamente su respaldo al gobernador, a pesar de las alertas de la FGR.
Claudia Sheinbaum enfrenta un dilema monumental: romper con este legado de impunidad política o convertirse en cómplice silenciosa, perpetuando así el ciclo de corrupción y violencia. Al deslindarse y declarar que el caso está exclusivamente en manos de la FGR, la presidenta marca una distancia inicial que podría ser el primer paso para hacer justicia.
La descomposición de Sinaloa se refleja en la violencia sin freno que ha dejado cientos de muertos, secuestros y un estado de terror en la población. La guerra interna del Cártel de Sinaloa no va a parar y el narcoestado en el que se ha convertido Sinaloa no es una hipérbole; cuando un gobierno manipula la verdad y se asocia a los intereses del crimen organizado, los ciudadanos quedan indefensos ante el poder criminal.
La impunidad no puede ser la marca de un gobierno que apenas va a cumplir un mes de haber iniciado. Este es el momento ideal para que Sheinbaum asuma su plena responsabilidad y deje claro que no va a permitir la protección de ningún gobernador que haya abusado de su poder (sin importar que sea de su propio partido) y mucho menos en colusión con el crimen.
¿O cuántas veces más tendremos que ver cómo los distintos órdenes de gobierno se corrompen en complicidad con los criminales antes de que se impongan verdaderas consecuencias?
Si la presidenta deja pasar este momento, la oportunidad única de mandar un poderoso mensaje de inicio de sexenio se esfumará, y con este, la confianza de millones que hoy observan cómo se sigue derrumbando la línea entre el poder político y poder criminal. Porque mientras estos hechos no se castiguen, la impunidad seguirá siendo la verdadera gobernante en México.
El tiempo apremia y este caso puede ser una bendición disfrazada y convertirse en la piedra angular para que en esta naciente administración se demuestre que el peso de la ley sea inquebrantable, sin excepciones.
POSTDATA - ¿Y qué es lo primero que hace la bancada morenista ante estos hechos? En vez exigir una investigación a fondo, arropan presencialmente a Rocha Moya en la Cámara de Diputados el pasado jueves gritando al unísono: “no estás solo, no estás solo”. Simplemente no entienden que no entienden, estamos jodidos.
Consultor en seguridad y manejo de crisis
@CarlosSeoaneN