La semana pasada tuve la oportunidad de ayudar a una empresa de telecomunicaciones en Iguala y a cinco familias en Ciudad de México y Oaxaca que fueron víctimas del fenómeno criminal conocido como secuestro virtual. Afortunadamente, logramos romper el indispensable ciclo de comunicación entre los malos y sus víctimas, y al poco tiempo los supuestos rehenes, aparecieron. Siempre será una delicia saber que, a pesar del gran susto y el profundo malestar que estos episodios provocaron, los malos no lograron llevarse un solo peso a la bolsa.
En el caso de Oaxaca, he de decir y reconocer que la participación de la policía local fue de gran ayuda, ya que coadyuvó en la localización de los supuestos secuestrados. Si con ese sentido de urgencia trabajaran todas las policías del país, nuestra historia sería otra.
A pesar de tener en mis haberes profesionales la atención de poco más de 50 casos de esta índole, no deja de impresionarme la capacidad del agresor para sumergir a sus víctimas en lo que podríamos denominar una “Matrix” (como la película de Hollywood) en la cual, tanto el “secuestrado”, al igual que su familia, viven, respiran, vibran, sudan, lloran y sienten todo lo que acontece, como si en realidad fuera un hecho verdadero.
Los secuestros virtuales son engaños que simulan la captura de personas en tiempo real, y esto les puede ocurrir tanto a particulares como a entidades empresariales. Su objetivo es engañar al receptor de la llamada por unas cuantas horas tratando de convencerle que, si sigue sus instrucciones al pie de la letra mientras consigue y deposita el dinero del “rescate”, la supuesta víctima (alguien del 1er círculo familiar como un hijo, hermano o pareja sentimental) no sufrirá daño alguno y será liberado con prontitud. Aclaremos de una vez, esto no es una extorsión, es un vil y vulgar engaño.
Vale la pena mencionar que este no es un fenómeno aislado que apareció de la noche a la mañana como producto de la sola creatividad y capacidad de invención de la mente criminal. Esto es el resultado de un proceso social que, en un país plagado de violencia e inseguridad como el nuestro, el criminal encuentra las condiciones idóneas para que este fenómeno se alimente, se expanda y mute constantemente.
Ahora, vayamos por partes para saber cómo detectar este engaño:
1) En un secuestro real, el único objetivo del agresor en el primer contacto con la familia es notificar la captura de la víctima, una vez llevado a cabo, colgará. En un secuestro virtual, el objetivo en el primer contacto es enganchar (usualmente a través de gritos y sollozos de la supuesta víctima) a quien conteste en una llamada continua e ininterrumpida, o sea, sumergirlo y retenerlo en la Matrix.
2) En un secuestro real, el agresor, nunca demostrará una gran prisa (así la tenga) por cobrar el rescate. En un secuestro virtual, el engañador tendrá una frenética y exacerbada prisa por cobrar lo antes posible.
3) En un secuestro real, se lleva a cabo una sola entrega del rescate en efectivo, no se hacen múltiples pagos conforme se va recolectando el dinero. En un secuestro virtual, el engañador pide que se le deposite (en un Oxxo, en un cajero automático, e inclusive, en un banco) el dinero conforme se vaya obteniendo, no importa si es de cinco mil pesos en cinco mil pesos.
4) En un secuestro real, si la comunicación se pierde o si la llamada se corta, no pasa nada, el malo vuelve a llamar. En un secuestro virtual, el engañador amenazará de muerte al supuesto rehén si la llamada se corta.
5) Por último, hay una versión específica de secuestro virtual para aquellos que viajan, ya sea por negocios o vacaciones y se hospedan en hoteles. Por cuestión de espacio, no me es posible describir la mecánica completa, pero sí les diré como quitarse de encima este engaño estimados viajeros: desconecten de la pared el teléfono de su habitación y cuando se registren al momento (o previamente) de hospedarse, no den su número celular. En el caso de Oaxaca, no tengo la menor duda de la colusión del personal del hotel con los agresores.
Información es poder y en este caso, los malos suelen ganar porque la gente no conoce su modus operandi. Deseo que la información provista te ayude a detectar y evitar esta plaga que es posible erradicar, pero que, por lo pronto, pareciera que llegó para quedarse.
POSTDATA – En su informe mundial 2023, la organización Human Rights Watch publica que en México cerca del 90% de los delitos nunca se denuncian, una tercera parte de los delitos denunciados nunca se investigan y menos del 16% de las investigaciones se “resuelven” (en la justicia, por mediación o con alguna forma de resarcimiento), lo cual implica que las autoridades resolvieron poco más del 1 % de todos los delitos cometidos en 2021”. No nos sorprendamos entonces que un engaño como el secuestro virtual siga vigente en nuestro país.
Consultor en seguridad y manejo de crisis
@CarlosSeoaneN