[En alguna parte Borges dice: "Descubrir a Dostoievski
es como descubrir el amor o ver el mar por primera vez,
marca un momento muy importante en tu vida".
El momento en que leí a Dostoievski por primera vez
supuso para mí la pérdida de la inocencia con
respecto a la vida.]
- Orhan Pamuk -
La conmovedora presencia, enternecedora por la imagen en la evidente como inminente ceguera que lo acompaña en la última década y media de su ilustre vida, no menoscabó en lo más mínimo su monumental grandeza para escribir, producir y recitar sobre; laberintos mágicos, espejos transparentes, mundos alternos y sobre todo universos infinitos, grandilocuentes, eternos. A lo largo de mis 62 años había leído mucho sobre él, infinidad de declaraciones y escritos sobre su magnitud descriptiva e ilustrativa, todos los maestros gigantes de las letras universales tenían - tienen - una opinión sobre él, de él, desde nuestro Nobel Don Octavio Paz, incluidos los mexicanos Don Juan Rulfo, Don Carlos Fuentes o Don Juan Villoro, padre e hijo, incluidos por supuesto, los también Premios Nobel, Don Mario Vargas Llosa, Don Gabriel García Márquez, Don José Saramago, Don J.M. Coetzee, Don Orhan Pamuk, citado en el epígrafe y obviamente Don Pablo Neruda, sin dejar de lado a todos los y las grandes escritores del último siglo, además de sus paisanos Don Julio Cortázar y Don Adolfo Bioy Casares. Para todos sin excepción Don Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1889 - Ginebra, 14 de junio de 1986) es el gran referente, el maestro y guía de la escritura y la literatura universal en los últimos 100 años. Debo confesar con
el corazón conmovido y la mente despejada, que así como había leído mucho sobre él, igualmente confieso que era muy poco lo que había estudiado al detalle y leído de él, escrito por él, con algunas breves excepciones de poesías y cuentos. Sin embargo hoy que he retomado su lectura, gracias a un generoso obsequio de su paisano Don José Ciccone aquí acierto a decir Pepe Querido eternas gracias, por este memorable regalo, por este glorioso reencuentro con su escritura a través del libro fascinante con el titulo subliminal "EL ALEPH". Vaya travesía en la que me embarqué precisamente el pasado día 27 de este incandescente abril, día de mi onomástico LXII, cuando tomé el libro y no lo solté en prácticamente 48 horas y una vez concluida la primera lectura, iniciar de inmediato la segunda y con ella está inacabada investigación sobre el apasionante autor, incomparable creador de paraísos místicos, míticos, intolerables, persuasivos, indescriptibles, pero de prosa bellamente incitante que nos conduce a la realidad de otras realidades, de formas inesperadas con diálogos entre los distintos clásicos de los miles de años de saber, del pensar, del aprender hasta enriquecer de forma tan inesperadamente nuestro limitado pensamiento y conocimiento, que solo nos obliga a reflexionar en las distintas dimensiones del jubiloso como infinito aprendizaje por la existencia. Este primer intento de sentido homenaje para el inmortal genio de la literatura hispana, española, universal Don Jorge Luis Borges, lo cerraré con uno de sus poemas, que hasta el día de hoy sigue siendo mi favorito, mi preferido por su permanente inspiración, dedicado con todo mi corazón a mi amada GEMY:
Esta mañana
hay en el aire la increíble fragancia
de las rosas del Paraíso.
En el margen del Eufrates
Adán descubre la frescura del agua.
Una lluvia de oro cae del cielo;
es el amor de Zeus.
Salta del mar un pez
y un hombre de Agrigento recordará
haber sido ese pez.
En la caverna cuyo nombre será Altamira
una mano sin cara traza la curva
de un lomo de bisonte.
La lenta mano de Virgilio acaricia
la seda que trajeron
del reino del Emperador Amarillo
las caravanas y las naves.
El primer ruiseñor canta en Hungría.
Jesús ve en la moneda el perfil de Cesar.
Pitágoras revela a sus griegos
que la forma del tiempo es la del círculo
En una isla del Océano
los lebreles de plata persiguen a los ciervos de oro.
En un yunque forjad la espada
que será fiel a Sigurd.
Whitman canta en Manhattan.
Homero nace en siete ciudades.
Una doncella acaba de apresar
al unicornio blanco.
Todo el pasado vuelve como una ola
y esas antiguas cosas recurren
porque una mujer te ha besado.
Himno,
Jorge Luis Borges.
Obviamente continuará, Queridas Amigas, Apreciados Amigos, Distinguidos lectores.
Hasta siempre, buen fin.