"Tengo tantas cosas que decir que me alegro de no ser más culto.

Tengo que conservar una especie de barbarie.

Tengo que seguir siendo bárbaro"

Kateb Yacine (autor argelino

El 18 de diciembre, Día Internacional de la Migración, decretado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del 2013, tomé protesta, junto con los principales responsables que atienden la materia en la sociedad civil organizada de mi tierra, como presidente ejecutivo del Consejo Estatal de Atención al Migrante (CEAM) en el naciente Gobierno del Estado de Baja California, para el periodo 2013-2018.

Escépticos con justa razón, como cálidamente son, al desconfiar de la acción gubernamental, los invité a la primera junta al terminar la ceremonia formal, − ya nos conocíamos muy bien, puesto que tuve el privilegio, junto con todas y todos, de ser en 1998, igualmente electo presidente fundador del Consejo Municipal de Atención al Migrante en mi calidad de regidor (o concejal como se dice en Hispanoamérica) del H. XVI Ayuntamiento de la ciudad de Tijuana−.

Confianza, cariño y amistad ya existían, puesto que tuvimos y mantuvimos el contacto cuando dejé el cargo en 2001, para irme a trabajar a la hoy CDMX. Pues bien, ese día del arranque de los trabajos con el nuevo gobierno el rosario de quejas fue largo, extenso, pero invariablemente respetuoso, poniendo de inmediato manos a la obra. Van aquí solo algunos datos con el ánimo de apreciar la sencilla danza de los números, para en seguida continuar con la segunda parte de la entrevista de la escritora

Louisa Yousfi, que titula esta columna "Seguir siendo Bárbaro", que publicó El País Semanal sobre la mística obra de la también periodista francesa de origen y padres argelinos, obviamente migrantes.

Cuando concluya este 2024, más de 300 millones de seres humanos estarán en calidad de migrantes en el mundo, en un país distinto al que los vio nacer, donde dejaron familia, carne, sangre, tumbas y recuerdos entrañables, con la ilusionada esperanza de encontrar un espacio en el planeta donde puedan asentarse, trabajar y encontrar una nueva vida, vida buena para ellos y sus descendientes.

Si algo logramos en el CEAM, en la segunda década de este siglo, fue producir y presentar la iniciativa de "Migralidad", que ya ha sido revisada, enriquecida e incluso aprobada en comisiones en las últimas tres legislaturas y de inmediato vamos a trabajar con la que acaba de arrancar. Por ello y por la innovadora visión de vanguardia que imprime en su libro la señora Yousfi, de donde tomaremos puntos sólidos de apoyo, para luchar por una nueva ley en materia migratoria en nuestro país, ante la evidencia terrible de que la actual sigue constantemente masacrando vidas, como la semana anterior y la previa y así hasta prácticamente el infinito.

Concluyamos con la rica entrevista, su humanista y apasionado enfoque hacia un futuro promisorio...

Pregunta. ¿También es crítica para la izquierda?

Respuesta. Sí. La izquierda durante mucho tiempo nos trató como una reserva de votos contra la derecha. Pero al margen de nuestros intereses. Incluso le era complicado tomar en serio el racismo, era un falso problema. Pero es que el antirracismo cuestiona los fundamentos de la República: el racismo no es una disfunción de la república, se fundó como un imperio colonial. Pero la izquierda no quería oír hablar de ello. De hecho, cuando surgieron las luchas contra la inmigración, el primer adversario, paradójicamente, fue la izquierda, era una batalla de liderazgo sobre la

emancipación. Nosotros necesitamos una agenda política específica, una fuerza política que nos represente. Este es uno de los ejes del movimiento antirracista decolonial francés, la autonomía. No solo organizativa, también de pensamiento. Nos damos permiso para repensarlo todo.

P. Empezando por la idea de integración.

R. Es una trampa, Por un lado, una ideología racista, para la que somos monstruos que pueden contaminar la civilización. Y los que se supone que nos defienden tienen el paradigma integracionista, que quiere ser amable, benevolente, pero dice: miren, sí, tenemos problemas con esta gente, no son exactamente lo que deberían ser, pero se están convirtiendo en franceses, serán franceses. Es decir, hay una norma de francés. Y cuanto más nos deshagamos de todo lo que conforma nuestra identidad original, cuanto menos musulmanes seamos, mejor, y más vale deshacerse de ello. Pertenezco a una generación que creía en la integración, pero hemos comprendido que nos impusieron conflictos de lealtad hacia nuestros padres, nuestros países de origen. Fue casi una desintegración para nosotros. Significaba perder lo que realmente éramos y lo que era la única manera de existir. Para existir en la sociedad francesa hay que dejar de existir. Eso crea un callejón sin salida. Un ejemplo gracioso es cuando la izquierda apoyó en 2004 la ley contra el velo en las escuelas, y una parte pensaba que era islamofobia, pero decían: a los jóvenes con velo se les debe permitir ir a la escuela porque es ahí donde entenderán que no deben llevar velo. Que cometen un error siendo lo que son.

P. Se domesticarán, según su visión.

R. Eso es, y se declina a todos los niveles. Por eso digo que, o somos monstruos o somos larvas, como si no tuviéramos alma, y hay razones históricas, milenarias, para ser lo que somos. No es algo de lo que te puedas deshacer.

P. ¿Cuál es la solución?

R. Es una cuestión política complicada. No se decreta desde arriba, está claro. Pero el movimiento decolonial en Francia intenta abrir un nuevo horizonte, está entrando en la sociedad. El partido Francia Insumisa es también el resultado, existe en su forma actual porque estábamos ahí. Se ha creado un frente cultural real, yo soy la prueba de ello, estando aquí. Tenemos algo que decir.

P. Usted ve el rap como un instrumento clave: es triunfar siendo un bárbaro.

R. El rap es donde estaba la conciencia decolonial antes de que apareciera. Surge contra la respetabilidad que se nos impone. Si quieres que tu voz sea escuchada, tienes que pasar por una trayectoria escolar ejemplar, ser el mejor. Los representantes de las poblaciones inmigrantes son personas muy abstractas, asépticas, buenas. El rap es una forma de hablar de uno mismo completamente libre, no responde al mandato de ejemplaridad, es más, cuanto menos respetable seas, mejor. Este mundo quiere empequeñecernos, pero somos bárbaros en el sentido homérico, poético. No estamos aquí para agradar y además nos divertimos.

P. ¿Francia es un caso particular? El Reino Unido, el otro gran imperio colonial, no tiene problemas tan graves.

R. Francia es especial, sigue queriendo ser la luz del mundo, estar a la vanguardia de la modernidad, de la emancipación de los pueblos. Es un país que cree absolutamente en su inocencia. Sí, torturamos en Argelia, o apoyamos esa guerra, pero siempre es por las razone correctas, cosas que no funcionaron... Así, tenemos una Francia que se niega a mirarse a sí misma. La extrema derecha se escandaliza: se lo hemos dado todo y no están contentos. No previeron que no llegaríamos a ser franceses como los demás. Y yo digo: es un éxito que no nos hayamos vuelto franceses como los demás, eso significa avalar un crimen de civilización y mirar hacia otro lado. No solo no necesitamos que nos salven, si no que de hecho vamos a salvarlos. Somos una fuente de inspiración. Hay algo en nosotros que sigue viviendo, resistiendo. Y eso no formaba parte de la narrativa nacional.

Hasta siempre, buen fin.

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