"Madrid, Madrid, Madrid
Pedazo de la España en que nací
Por algo te hizo Dios
La cuna del requiebro y del chotis".
Agustín Lara
De forma por demás curiosa e incidental, cuando nuestra adorable hermana Mariela nos invitó junto con Oscar su pareja - el cuñado - actualmente Alcalde de Jabaloyas, Teruel, a El Parador de Molina de Aragón a celebrar su onomástico la primera semana de agosto de este emblemático 2025, nos ilusionaron bastante los divertidísimos planes.
Una vez confirmada la presencia de mi amada GEMY y la del escribidor a los festejos, lo que nos preguntamos enseguida fue, y desde ahí cuál Parador visitaremos en la ruta, lo cual debino en una obvia respuesta, pues evidentemente el de Singüenza pensamos, recién remodelado y a escasos 50 minutos de nuestra sede original - donde tienen su casa a partir de abril - citada en el epígrafe, la incomparable capital española, Madrid.
Entre los 16 Paradores Nacionales transformados de Castillos a sedes hoteleras cautivadoras resaltan; el de Cardona, Tartosa, Alcañiz, Olite y el de Hondarribia (donde acabamos de estar, previo a pernoctar en el de Argómaniz) solo por citar algunos de los principales.
El Parador de Singüenza es realmente pintoresco, excelso, prestante, evidentemente virtuoso en su conformación, esencialmente por su cercanía a Madrid con una imponente edificación del siglo XII.
Es sin duda, uno de los grandes edificaciones, con escenarios fosforescentes a la ciudad desbordante de características esplendorosas, cuenta con más de 130 habitaciones poseedoras de exorbitantes vistas a la campiña de un verde que te quiero verde.
Realmente el estilo es hiperbólico desde cualquier ángulo, al encontrarse en la cima de una preciosa montaña, se aprecia la totalidad del bello pueblo, destacándose las calles tachonadas de piedra antigua que conforman inclinaciones de ensueño, donde se antoja sumergirse.
El comedor principal es otra de sus atracciones más importantes con las imágenes fascinantes que se quedan clavadas eternamente en las pupilas, sin menoscabo del añejo bar, completamente modernizado, con magníficas adecuaciones, actualizándolo en calidad, servicio e integración puramente ambiental.
Las habitaciones - regularmente nos acogen con generosidad por nuestra asiduidad - sin embargo, en esta particular ocasión nos deleitaron con una estancia monumental, con las imágenes de la población total en alcances únicos a los dilatados ojos, grabados en la memoria para la posteridad.
Concluiremos la presente entrega, queridas amigas, apreciados amigos, distinguidas lectoras, insignes lectores, con la respetuosa invitación, para que nos hagan el honor de leernos la próxima semana donde les compartiremos algunas experiencias de la Rioja, esencialmente de Los Paradores de Santo Domingo de la Calzada y de Santo Domingo de Bernardo de Fresneda, particularmente de sus
mágicos alrededores riojanos, que resultan tan místicos como inolvidables, ya los conocerán, disfrutaran e incursionarán llenos de algarabía, se los podemos garantizar con el corazón en la mano.... Continuará.
Hasta siempre, buen fin.

