Estamos en tiempos de cambios, de nuevos retos generacionales, de cambiar la historia para las próximas generaciones. El futuro, sin embargo, siempre será compartido… la juventud y la madurez tributa la justa media para generar revoluciones ad oc a nuestra historia. Recuerdo que hace casi una década, el 18 de diciembre del 2013, cuando asumí la titularidad del Consejo Estatal de Atención al Migrante del Gobierno de Baja California, lo primero que hice fue buscar, conocer, a mis contrapartes, a mis colegas a nivel nacional. Una tarea por demás obvia y obligada que debe hacer todo aquél que arribe a un proyecto de tal magnitud. Estrechar lazos debe ser terea fundamental de un líder. Así, afortunadamente, descubrí y me topé con la Coordinadora Nacional de Oficinas de Atención al Migrante (CONOFAM), institución increíble, eficiente y productiva, que atiende el fenómeno migratorio a nivel local en cada uno de los estados del país.
-Dwight D. Eisenhower
Me sorprendió bastante que, quien presidía la CONOFAM, era la responsable de la unidad de San Luis Potosí. No daba crédito. En serio, pensé y me pregunté: ¿migrantes en ese bello estado, tierra origen de mis abuelas maternas? ¿Cómo y por qué? ¿Cómo es posible que la migración requiera de trabajos especializados en el corazón central de México? Pronto me puse en contacto con la responsable de la oficina y la institución que resultó ser, a la postre, una extraordinaria servidora pública. En menos de una semana estábamos trabajando juntos.
¿Qué tiene que ver San Luis Potosí con el fenómeno migratorio?, pregunté mientras desayunábamos en el Club Campestre de Tijuana, gracias al viaje especial que tuvo a bien hacer para encontrarnos y, sobre todo, para conocer la iniciativa de “Migralidad”. Cabe mencionar que siempre convivo con mis invitados en el Campestre, para que reconozcan los contrastes de mi tierra después de pasearlos por el bordo, el río y el centro de Tijuana. En respuesta a la pregunta contestó: “es muy sencillo. San Luis Potosí, es vecino de diez estados, como cantaría el inmortal Jorge Negrete en sus versos. Ese estado es el eje vial de la migración en el México”. En ese momento, de manera sucinta, se abrió ante mis ojos un panorama tan complejo que jamás habría imaginado.
Así, luego de prestar atención al contexto nacional, cuando el joven alcalde de Monterrey, de apellido Colosio, se involucró en el fenómeno migratorio sin tapujos y directo en la materia, me llenó de esperanza e ilusión. Por fin una voz joven desde la política se haría presente y daría peso a la problemática de movilidad humana. Me explayo en seguida: esto que declaro y dejo en tinta, no tiene nada que ver con la “grilla” de orden de encuestas. Tampoco tiene que ver con sucesiones adelantadas que traen desaforados y enloquecidos a una inmensa mayoría política, que no clase, de esa que se apasiona por los siempre imperfectos oráculos políticos.
Llamó poderosamente mi atención el hecho de que el recién llegado presidente municipal de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, decidiera entrarle al tema medular y global de este siglo, de forma puntual y valiente. Así nacen las buenas políticas públicas, pensé entusiasmado. Por supuesto que, para atender frontal y profundamente este fenómeno, se le debe exigir tanto al estado como a la federación, trabajar de manera conjunta e inmediata. Soy honesto, no me había fijado mucho en el joven presidente municipal. No lo conozco, no tengo ese gusto aún. Su vida personal, en medio de la tragedia inesperada e innecesaria, pienso le ha forjado un carácter sólido y especial. Conozco casos similares de grandes hombres ahora que han salido adelante con esfuerzo y entereza. Sentí un inmenso orgullo por su actitud, posición y entrega. Estoy seguro de que, desde donde se encuentran sus padres, sienten un orgullo inconmensurable por el joven político.
A la fecha, no entiendo del todo sus razones para tomar la vía de la vida pública: la política. Sin embargo, desde que conozco sus objetivos, pienso e imagino que logrará una carrera excepcional. Y recordando el viejo axioma del judaísmo: “la manzana, no cae muy lejos del árbol” … el hijo de un gran hombre y de una extraordinaria mujer tiene definido un destino de dignidad… Y, sin embargo, sí entiendo las razones que ahora lo mueven a preocuparse, ocuparse y atender a los hermanos migrantes en la tierra que gobierna. De su cuenta corre la creación de políticas públicas que sean ejemplos a seguir a lo largo y ancho del país. La migración será el tema del siglo XXI.
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Al padre de Luis Donaldo, al gran líder político nacional de fin de siglo, lo vi en dos ocasiones en mi vida, en Tijuana, cuando fue dirigente nacional de su partido, a principios de los noventa. Luis Donaldo Colosio Murrieta fue un excelente orador y excelso motivador carismático, un hombre sencillo como son los verdaderos líderes. Aún recuerdo con rabia y dolor [como seguramente todos los mexicanos], dónde me encontraba exactamente cuando se suscitó la tragedia en Lomas Taurinas, aquel nefasto 23 de marzo de 1994. Al señor, Luis Colosio Fernández, abuelo del entregado alcalde de Monterrey, lo traté un poco más. Durante su periodo como senador, viajó a Baja California un par de veces, cuando presidí la Fundación Colosio en el estado.
Estimado presidente municipal Luis Donaldo:
Espero y hago votos para que tu trabajo te convierta en un gran alcalde. Deseo que siempre mantengas la templanza y la sensatez que has mostrado en el arranque de tu gestión. Mantén los pies bien firmes sobre la tierra, no te dejes marear por las voces adelantadas, fuera de sintonía. El trabajo de un buen servidor público es su mejor y mayor carta de presentación. Tienes millones de ejemplos que corren por tu carne y sangre, ejemplos de entrega y amor a nuestra patria. “Ni un hombre sabio ni un hombre valiente se acuesta en las vías de la historia para esperar que el tren del futuro lo arrolle”, palabras de un héroe de guerra, Eisenhower, que noto en ti… no has esperado a la historia, no tocó a tu puerta, fuiste por ella, para hacerla tuya.
Que el creador del universo te ilumine y te guíe a un destino venturoso, porque consideró que debes merecerlo.
Hasta siempre, buen fin.