“La vida es como en los toros: hay que jugársela y salir victorioso…”
MARÍA FÉLIX
Bellamente editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el libro Por una fiesta que acallan: ¡Coros taurinos!, del que platicábamos en las dos columnas previas, fue presentado durante el 2024. El orden de recepciones fue prácticamente milagroso, gracias a deliciosas, místicas e increíbles coincidencias gestadas por la célebre voluntad de mi amada GEMY.
Lean si no, queridas amigas, apreciados amigos, distinguidos lectores e irredentos aficionados y aficionadas taurinas.
La primera presentación se celebró en la CDMX, el domingo 26 de febrero, previo a la corrida de toros, en la sede de la legendaria Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos A.C. El presídium estuvo encabezado por su presidente, el maestro Paco Doddoli, matador de toros en retiro, al igual que mi ahijado Fernando Ocho, además de las geniales artistas María Elena Leal Beltrán e Isabel Garfias —¡qué tal esos apellidos desbordados de estirpes taurinas!—. Cerraron el cartel los amigos: John Hofert (productor de la obra), mi compadre Hugo Alfredo Hinojosa (curador)
y el que teclea, todos moderados por la genial maestría del conductor Pepe Avelar. La emotiva ceremonia tuvo monumental éxito, como lo confirmó la asistencia multicolor que llenó a reventar el salón Silverio Pérez, de inolvidable memoria.
La siguiente escala fue el taurinísimo estado de Nuevo León, en su capital, Monterrey. La sede: las bellas instalaciones de la casa editorial de la UANL. El cartel de lujo del 17 de marzo estuvo compuesto por la máxima figura de México del último medio siglo, don Eloy Cavazos, quien en su infinita generosidad nos honró con su presencia, convaleciente pero feliz y elegante como siempre. La mesa principal incluyó al actual referente del toreo nacional, José Mauricio, y al periodista don Héctor Javier González Delgado, quien durante dos décadas fue el mejor cronista taurino de prensa escrita y televisiva de mi bendita tierra, Tijuana. Cerraron el cuarteto, nuevamente, mi compadre Hugo y el que teclea.
El 12 de abril, fecha para la historia, tuvo lugar la presentación en nuestro rincón de la patria, en Baja California, en el Club Campestre de Tijuana, en el salón Oro, desbordado de emoción, lágrimas y cantos inolvidables de la gran intérprete María Elena Leal Beltrán, quien engalanó la celebración con su bella voz.
Hermosa también la estampa del 19 de abril, en el deslumbrante Val’Quirico, entre la frontera de Puebla y Tlaxcala, donde jamás nos cansaremos de agradecer tantas y
tan finas atenciones de nuestros maravillosos anfitriones, encabezados por su presidente don Adolfo Blanca. Una celebración irrepetible.
Dejaremos para la siguiente colaboración los detalles increíbles de la presentación en España, porque esta la cerraremos con la prosa incomparable del mejor cronista taurino de México, Heriberto Murrieta, que recién nos obsequió un texto que, con su venia, reproducimos íntegramente, porque raya en lo magistral. Se los comparto a continuación, con el mayor de los respetos:
“Cuando en mis redes sociales publico algo que tiene que ver con toros, las reacciones de quienes están en contra de la tauromaquia son ofensivas y desproporcionadas. Se exacerban y se enervan. El tema los rebasa, los saca de sus casillas. Les nubla el pensamiento. El odio los invade y lo único que saben hacer es atacar de manera visceral.”
“Se burlan de los toreros. No respetan su investidura. Celebran cuando un congénere es cogido o muerto por un toro. Anteponen el animalismo sobre el humanismo: aberrante escala de doctrinas. Es rarísimo que un antitaurino debata con respeto y serenidad. Lo suyo es la ofensa y la vandalización. A falta de diálogo, argumentos y tolerancia: los insultos y la descalificación.”
“Aunque a los adeptos al toro se les tilda de violentos, en realidad son gente educada, preparada, culta, sensible, exitosa, moderada y respetuosa de los gustos de los
demás. La Fiesta —tema menor en comparación con los verdaderamente prioritarios en un país en llamas— ha sido víctima de la politización, la intransigencia y un pensamiento asustadizo.”
¡Bravo, bravísimo, bravo por el “Joven” Murrieta y su valiente declaración que suscribo totalmente!
Continuará.
Hasta siempre, buen fin.