“Convertir la pesada e hiriente realidad de una bestia, en algo tan ‘inconsútil’ como el velo de una danzarina, es la gran maravilla del toreo”
JUAN BELMONTE
Madrid, 25 de mayo de 2025
Las siguientes líneas las empecé a teclear en el aeropuerto de Los Ángeles, California, el domingo 17 de mayo, después de desayunar con mis hijos y nietos, en una entrañable despedida que compartimos mi amada GEMY y el escribiente, antes de volar hacia la Madre Patria, donde radicaremos —por la gracia de mi Dios Padre— durante una temporada.
Llegamos a la capital española en plena Feria de San Isidro, con la entusiasta ilusión de ver el mayor número posible de corridas de toros en la Plaza de Las Ventas, ubicada en la calle de Alcalá.
Esto trajo a nuestra memoria una fecha prácticamente idéntica, un año atrás, cuando —de forma inesperada y felices por la sorpresa— tuvimos el monumental privilegio de presentar, en la máxima catedral del toreo universal, nuestra obra literaria titulada Por una fiesta que acallan: ¡Coros taurinos!
Como ya les adelanté en entregas previas, queridas amigas, apreciados amigos, distinguidos lectores e irredentos aficionados y aficionadas taurinas, mi esposa GEMY había trazado un maravilloso calendario para las distintas presentaciones, iniciando en la CDMX y pasando por Monterrey, Tijuana, Val’Quirico (entre la frontera de Puebla y Tlaxcala), culminando —contra todo pronóstico del que escribe, desbordado de dudas— en España, en el coso más importante del mundo taurino. Una presentación que ella logró de forma mística, mágica, y —añadiría— milagrosa.
La Sala Antonio Bienvenida lució pletórica durante la gala de exhibición de la obra pictórica de la genial artista mexicana doña Isabel Garfias, quien, tan generosa como espléndida anfitriona, nos permitió presentar el libro ya citado, destacando la portada que engalana la obra, nacida de su fosforescente pincel.
Una mañana inolvidable, para la historia, en la que compartieron mesa principal la gran maestra Garfias y la eminente señora embajadora doña Martha Bárcena Coqui, mexicana de excepción y aficionada taurina, al igual que su esposo, el señor embajador en retiro don Agustín Gutiérrez Canet.
Jamás imaginamos que un año después enfrentaríamos los agravios de la limitada visión pseudopolítica de un grupo radicalizado que pretende acallar nuestra mítica fiesta con pretextos inauditos, tanto en la capital de nuestro país al igual que en
ciudades emblemáticas como León, Tijuana, Morelia (plaza de la que fui empresario en los años 90 del siglo pasado) y Guadalajara.
Concluyo esta entrega —y la serie completa— con las proféticas palabras que recién pronunció la máxima figura de la tauromaquia actual, el americano de origen peruano Andrés Roca Rey, al recibir el Premio Hemingway otorgado por el Gobierno de Andalucía: “Aquí estamos y no nos vamos”.
Finalizo con un sonoro ¡OLEEEEEE! en favor de la fiesta más hermosa de todas las fiestas.
Añoranza:
Semanas antes de iniciar esta bella travesía, un amigo entrañable nos regaló esta genial frase que, además de afortunada, me parece francamente muy puntual: “Al César lo que es del César… y adiós, porque ya nos vamos”.
Hasta siempre, buen fin.