Hace unos días, el pasado cinco de febrero para ser exacto, partió a la posteridad el magistral maestro don Rubén Fuentes (Ciudad Guzmán, Jalisco 15 de febrero de 1926), maestro inolvidable al que se le han rendido infinidad de merecidos homenajes y honores, además de múltiples columnas periodísticas todas maravillosas y dignas de leerse sin excepción. La columna del irrepetible Ricardo Rocha llamó mi atención, dicho sea de paso, Rocha, fue uno de los referentes fundamentales de mi infancia, cómo no recordar su programa Para gente grande [qué título tan perfecto, pensaba en mi adolescencia]. El periodista hace un sentido homenaje y recorrido por la vida del compositor confiriendo todo el honor posible para el maestro que hoy forma parte de la memoria artística de México.

La partida del maestro Rubén Fuentes el excelente violinista, autor, compositor, músico, poeta, arreglista, sibarita y productor, coincidió con una irrepetible velada que disfruté con otro hombre sin igual de mi tierra, don Francisco de la Madrid Romandía , que en pocos días cumpliría 102 años de feliz y bendita vida. Como ya he señalado en otras columnas, los oriundos de Tijuana nos conocemos de “toda la vida”; sin embargo, menos del 50 % de la población es nativa, no vieron la primera luz en este terruño, pero, y lo repito, no hay hijos más amorosos de este rincón de la patria que los adoptivos. Son tan o más tijuanenses que quienes nacimos en Tijuana , responsables además de fundar nuestra patria chica… de esos amantes de la tierra fronteriza es don Pancho y sus descendientes.

En este caso, don Francisco y yo nos conocemos de toda la vida, desde que tengo uso de razón por ser amigo de mis abuelos maternos don Ramón Álvarez Flores y doña Consuelo Fernández Bobadilla de Álvarez. Además de amigos fueron vecinos, en la añeja colonia Cacho, durante más de medio siglo en la añorada casa de mi “Granma” Consuelo donde pase los días más increíbles de mi tierna infancia. Donde fui muy feliz desde niño, sobre todo porque también fue mi hogar, como el de todos mis primos y hermanos: los Álvarez Contreras, los Álvarez García, los Álvarez Mendoza, los Mora Álvarez y los Canto Álvarez. Incluida la última ocasión, el pasado 11 de febrero, debo haber estado en la residencia de la familia de la Madrid Cubillas más de dos docenas de veces. Sagrado hogar, por supuesto, que encabezó doña Graciela Cubillas, que tanto amor entregó a su marido que la sigue adorando, que le manda bendiciones todos los días. Casa donde crecieron sus hijos Francisco y Graciela que hoy disfrutan también sus nietos Ana Delia y Francisco III; sus bisnietos Enrique y Diego Armando.

Esa residencia fue donde don Pancho, durante poco más de dos décadas, recibió al reconocido “Grupo Jesús Reyes Heroles”; el mismo que formó y dirigió por muchos años, que sesionaba los sábados en sus vastos comedores, con grandes personalidades como invitados, desde luego: políticos, intelectuales, periodistas, empresarios, diplomáticos, artistas, escritores de total y amplia diversidad. Todos eran recibidos con un gran trato y respeto, honrando la tradicional fama y erudición del titular que da nombre al grupo. Reuniones inolvidables por la gallardía personal y el trato exquisito del inconmensurable anfitrión de la risa eterna. En este reciente encuentro, gracias a los oficios de mi hermano Gastón Luken Garza , nos encontramos un grupo de amigos desde la infancia: Juan Manuel Hernández Niebla, Roberto José Quijano Sosa, Enrique Luna Alvarado y el nieto de don Pancho, mejor conocido como Paquico (igual que su padre, mi buen amigo) de la Madrid.

Jamás imaginé que pasaría una tarde maravillosa, alegre, tan encantadora y sobre todo aleccionadora, con un hombre de una mente brillante, una memoria prodigiosa y una simpatía que se le desborda con cada lección, anécdota, referencia que hace de la historia de la formación de nuestras calles, avenidas, comercios, industrias, escuelas, y un largo etcétera de recuerdos, llenos de añoranza al igual que de nostalgia plena de alegría por lo vivido.

Don Francisco es miembro de una gran dinastía al igual que sus hermanas: doña Helen, doña Irma y doña Armida, además de su famoso y reconocido hermano don Roberto, de quién ya platicaremos, que fue Gobernador de Baja California, Senador, amigo íntimo de don José López Portillo y de don Ronald Reagan . Lo más increíble, lo más inaudito e inesperado es que nunca había tenido la fortuna de convivir con un ser humano tan especial que sobrepasa ya cien años de vida. Y no caí en cuenta hasta que prácticamente se me vino a la mente la necesidad de publicar esta entrega, hacer un sentido homenaje en vida a quien considero una gran leyenda de las muchas y afortunadas que prevalecen en nuestra hermosa región.

A don Francisco de la Madrid Romandía le deseo lo mejor hoy y permanentemente por su innegable carisma, su bonhomía natural, su claridad y franqueza. Sobre todo, por ser una magnifico amigo y un excepcional anfitrión, lo abrazo a la distancia con un gran honor, querido y genial don Pancho. Como diría Sócrates: “No hay que valorar la vida, sino la buena vida, principalmente”. Valoro amigo tu vida, tu amabilidad y por siempre que seas parte de mi vida.

Hasta siempre, buen fin.

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