El Universal (11-01-23) destacó en sus ocho columnas el anuncio del presidente López Obrador consistente en que en la X Cumbre de Líderes de América del Norte se acordó crear un comité conjunto destinado a la planeación y sustitución de importaciones en la región con el objetivo de procurar ser más autosuficientes y apoyar a todo el continente. Otros medios dieron la misma relevancia a la noticia.
Aunque esta idea ya la había planteado el mandatario mexicano el pasado 12 de diciembre en una mañanera como una estrategia para desplazar a los países asiáticos de nuestros mercados, más de uno alzó la ceja. No es para menos en razón a que la sustitución de importaciones es un modelo en el que se privilegia el levantamiento de barreras arancelarias, así como el otorgamiento de estímulos y la creación de facilidades a la producción y venta de las mercancías nacionales con base en decisiones burocráticas -centralizadas y verticales-, bajo la idea de la existencia de un proyecto determinado por la mayoría política.
La sustitución de importaciones fue la estrategia para la industrialización de México en los años del milagro económico de las décadas de los cuarenta y sesenta del siglo pasado y se abandonó con el primer neoliberal, según la nueva historia oficial, de Miguel de la Madrid con la incorporación al GATT y la apertura comercial y con su sucesor, Carlos Salinas de Gortari, con la firma del Tratado de Liber Comercio que es el comienzo de la integración de los procesos productivos en la región de América del Norte.
Sin embargo, el mundo cambió en la década de los ochenta por la crisis del Estado intervencionista que era el promotor de los mercados cerrados. Entre otras causas, el desarrollo tecnológico estrechó las relaciones entre países con cultura y tradiciones distintas y los antiguos enemigos se convirtieron en socios y consolidaron espacios regionales sin fronteras para el tránsito libre de personas y mercancías, lo que permitió recuperar el crecimiento económico sostenido en el mundo a través de la globalización.
En ese contexto, la creación del comité es la confirmación de que el modelo de desarrollo para de la autollamada 4T consiste en caminar de espaldas con la vista fija en un pasado autoritario idealizado de con un mercado protegido y con pretensiones de autosuficiencia en perjuicio de la población. El resultado de estas políticas gobiernistas es una menor oferta de bienes, servicios de baja calidad y con precios no competitivos. La sustitución de importaciones creó espacios de comodidad a los empresarios beneficiados y aliados del régimen que disminuyó significativamente la productividad.
La Declaración de Norteamérica, que es el documento en el que se expresan los acuerdos conjuntos, tiene otra orientación que es la búsqueda de la sostenibilidad e integración de la región que sólo será una realidad si se impulsa “la capacidad regional para atraer inversiones de alta calidad, impulsar la innovación y fortalecer la resiliencia de nuestras economías … forjar cadenas de suministro regionales más sólidas así como promover la inversión específica en industrias clave del futuro … diálogos público-privados y trazaremos cadenas de suministro para abordar los desafíos y oportunidades comunes”. Este discurso está muy alejado del arcaísmo de la sustitución de importaciones como modelo estatista y disruptivo en un mundo globalizado.
Los países asiáticos con gobiernos no democráticos son una ilusión de bienestar social. Las estructuras políticas y económicas concentran el poder y el dinero en un pequeño número de personas, el producto interno per cápita es menos de la cuarta parte de América, el coeficiente de Gini que mide la desigualdad es más desfavorable y la libertad es limitada. Este rezago político y social en términos civilizatorios occidentales, desde la perspectiva de Biden, es una ventaja comparativa que favorece a la integración inclusiva, equitativa y respetuosa de la diversidad.
La X Cumbre mostró dos formas de hacer politica. Una centrada en los intereses nacionales con miras a una mayor integración en atención a que esto es visualizado como ventajoso para la región norteamericana y otra basada en una narrativa caduca que pretende concientizar a los empresarios y servidores públicos de que el pasado autoritario es mejor que el presente de comercio inclusivo en la globalidad que vivimos.
Los líderes de Canadá y Estados Unidos se llevaron acuerdos migratorios, energías limpias y respeto a las inversiones de sus connacionales y el nuestro se quedó con el gusto de ser oído, que no escuchado, durante cerca de media hora por dos colegas impacientes ante la palabrería sobre la corrupción, los conservadores y los éxitos de los programas sociales de apoyo a Centroamérica. La Declaración de América del Norte, que no incluye el comité para la planeación y la sustitución de importaciones, bien vale una perorata.
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