Muy necesitado de noticias que no sean negativas y que pueda usar para enfocar más reflectores hacia la pista de su espectáculo circense, el cual ofrece en una función matinal de lunes a viernes, últimamente al presidente Andrés Manuel López Obrador le ha dado por exagerar los pocos logros que aparecen por allí de tanto en tanto.
Hace unos días declaró: “Nuestro pronóstico para este año es que podemos llegar a cuatro por ciento de crecimiento anual y esto va a subir…, es lo mismo el año próximo que ya va a ser el último año de nuestro gobierno”. Todo lo anterior lo dijo ante una gráfica que mostraba con coloridas barritas el crecimiento porcentual de un trimestre a otro del producto interno bruto (PIB) mexicano.
Como la última barrita en la gráfica que presentó establecía que el crecimiento del PIB de fines de diciembre de 2022 a fines de marzo de 2023 fue del orden del 1%, suponemos que se le hizo fácil al presidente multiplicar ese porcentaje por cuatro para afirmar entonces que este año “podemos llegar a cuatro por ciento de crecimiento anual” y que, ya entrado en gastos, faltaba más, también se alcanzará ese porcentaje el año próximo.
Esa es una hipótesis sumamente aventurada. Si hubiera examinado, por ejemplo, la penúltima barrita en la gráfica, habría encontrado que el porcentaje de crecimiento trimestral anterior fue 0.6%. Por lo que, siguiendo su lógica, el crecimiento sería más bien de 2.4% (una cifra, por cierto, que sí podría aproximarse a la que se tendrá a fines de este 2023).
El problema de una extrapolación tan burda es que cuando una economía está comenzando a desacelerarse, como es desgraciadamente el caso de la nuestra, la actividad económica va cayendo de trimestre a trimestre y el agregado final se reduce de manera significativa.
Para explicar esto conviene describir la manera como el Inegi estimará el PIB de este año. Durante el primer trimestre estimó la actividad económica que se dio durante los primeros tres meses del año y la multiplicó por cuatro para “anualizarla”. Lo mismo hará con las estimaciones del actual segundo trimestre (abril a junio), el tercero y el cuarto. Al final sumará los estimados trimestrales y los dividirá entre cuatro para obtener el PIB anual. El Inegi también cuidará que haya comparabilidad entre los trimestres quitando los factores estacionales (por ejemplo, la Semana Santa cayó este año en abril). Finalmente, la tasa de crecimiento anual la determinará comparando el PIB de este año con el del año pasado, una vez que lo “deflacte” tomando en cuenta la inflación anual.
Dicho lo anterior, y tomando en cuenta la desaceleración que se está dando ya, la siguiente barrita, que mostrará el crecimiento entre el trimestre actual y el que acaba de pasar, es muy probable que sea menor al 1%, y que otras reducciones seguirán en cascada. Hay de hecho analistas que piensan que la economía va a sufrir un estancamiento trimestral a fines de este año o a principios del siguiente.
¿Qué esperamos nosotros que suceda? Usando nuestra bola de cristal medio empañada, y dada la información hasta el momento, creemos que la economía crecerá este año alrededor del 2.4% y en 2024 (¡año electoral!) alrededor del 1.3%.