El régimen quiere adelantar un año la consulta para ratificar o revocar el mandato de la presidenta Sheinbaum. En vez de hacerla en 2028 como marca la ley, quieren adelantarla para que sea el mismo día del proceso electoral federal de 2027, cuando se eligen diputados federales, 17 gobernadores y los jueces que faltan de la reforma judicial.

La lectura de bote pronto fue que esta es una jugarreta más de Morena para meter a la presidenta a la boleta electoral y que tenga manos libres para hacer campaña, distorsionando gravemente la equidad en la contienda.

Pero hay otra manera de verlo: puede ser una apuesta arriesgada para la presidenta, y en ese sentido, una oportunidad para la oposición. Me explico:

1.- Popularidad en caída libre. La encuesta de El Financiero reveló que, entre febrero y octubre de este año, la popularidad de la presidenta ha caído de 85% a 70%. Es un desplome brutal. Esto podría exhibir lo mismo: que no es AMLO, que su teflón no resbala tanto y que las crisis sí le pegan. ¿Qué pasa si las cosas se le siguen complicando a la presidenta, en seguridad, economía y corrupción? ¿Qué pasa si Morena se fractura en la cúpula o en los estados, y hay un movimiento interno contra la presidenta? Si continúa el desplome de Sheinbaum en las encuestas y —supongamos— llega a la elección del 2027 con una popularidad de 55%, ya es juego nuevo en una boleta electoral en la que sólo hay dos opciones: que se quede o que se vaya.

2.- Oposición unida, sin costo político. La oposición ya rompió, ya se dividió. Ya anunciaron los partidos que van a competir por su lado. Meter a la presidenta en la boleta del 2027 es unir a la oposición: el “NO” en la boleta de la revocación de mandato une a la oposición, sin el costo político de que el PAN o MC se alíen con el PRI. Y eso puede permear en el resto de las boletas que la gente va a tener en sus manos ese mismo día en esa misma casilla. No olvidemos que en la más reciente elección de Cámara de Diputados (2024), 56% votaron por Morena y sus aliados, y 44% por la oposición. Eso ya habla de un escenario más competido que el 92% que obtuvo de respaldo AMLO en su consulta de revocación o el 70% de popularidad de la presidenta en las encuestas.

3.- Facilita lo “vinculante”. Para que el resultado de esa consulta se tenga que acatar (que sea “vinculante”, como se dice) debe participar el 40% del electorado. La revocación de mandato en 2028 iba a ser un ejercicio inútil. No llegaría al 40%. Con AMLO, mucho más polarizante, apenas alcanzó el 18% (y la doctora Sheinbaum no es AMLO). Pero si la empatan con la elección intermedia, sin duda habrá una participación de cuando menos 40%, que es lo acostumbrado en una elección intermedia. Entonces, ya no sería un ejercicio “de chocolate”.

Lo que hoy puede sonar a una trampa de Morena contra la oposición, en año y medio podría revertirse. Y en una de esas la soberbia les sale cara.

Saciamorbos

Aunque todo pueda ser un plan del influyente legislador claudista para acarrear votos a su proyecto personal de nuevo partido político.

historiasreportero@gmail.com

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