La violencia está desatada en Tabasco. Villahermosa es la ciudad del país en la que los habitantes se sienten más inseguros. El 95% de ellos tiene miedo, según los datos oficiales. Y el gobernador Javier May tiene muy claro quién es el culpable de esto: su antecesor y compañero de partido Adán Augusto López. Lo ha dicho públicamente.

Los dos están en Morena, los dos son fieles a López Obrador, los dos son tabasqueños, los dos han sido gobernadores, pero nunca se han querido. En el agrio lenguaje coyuntural, Adán Augusto es fifí y May es chairo. Por trayectoria y familia.

Javier May viene de la lucha social de la izquierda tabasqueña desde los años 80. Adán Augusto era el priista que trataba de corromper esos movimientos. Uno, rebelde al lado de López Obrador. El otro, emisario del gobierno que desactivaba las protestas ofreciendo al expresidente lo que nunca ha sido capaz de resistir: cash. Perdón, “aportaciones para el movimiento”. En Tabasco se saben bien la historia y me la han contado distintas fuentes.

El papá de Adán Augusto, Payambé López, fue notario y subprocurador. Imagínese los amarres desde ambas posiciones. Conocía al papá de AMLO que era comerciante. Cuando la familia de López Obrador se mete en graves problemas, el entonces gobernador tabasqueño, Manuel Mora, le pide a su subprocurador Payambé que los proteja, los saque del estado y les dé abrigo en su casa de Reforma, Chiapas. Ahí conviven —por eso se dan trato de “hermanos”— Adán Augusto y Andrés Manuel.

Esos niños que jugaban juntos en Chiapas se volvieron a topar dos décadas después en Tabasco. El entonces gobernador Manuel Gurría Ordoñez pidió a su subsecretario Adán Augusto López (heredero de los amarres del papá) que fuera el vínculo con López Obrador, quien ya destacaba como un aguerrido luchador social defensor de las causas de los trabajadores. Por su historia casi familiar, AMLO siempre encontró en Adán un interlocutor confiable, aunque formalmente fueran rivales. Y Adán supo acercarle los millonarios recursos que el gobierno destinaba a descafeinar las protestas. Por cierto, en ese tejemaneje de dinero también apareció Octavio Romero Oropeza, que con los años sería director de Pemex y ahora de Infonavit. A todos les fue muy bien económicamente: a los que daban y a los que recibían.

Con el tiempo todos se pasaron del mismo lado. Adán Augusto se peleó con el PRI porque no lo hicieron gobernador, renunció al partido y con todo su grupo se cambió al obradorismo. Por la cercanía personal con AMLO pronto ocupó un lugar tan preponderante que Javier May nunca hubiera soñado.

Cuando finalmente cumplió su sueño de ser gobernador, Adán puso de secretario de Seguridad a Hernán Bermúdez, identificado hasta por las autoridades morenistas federales como un líder de la mafia. Es como lo de Calderón con García Luna… pero con acento tabasqueño.

Los vínculos de Adán Augusto con Bermúdez datan de la época en que los dos trabajaban para el gobierno de Manuel Gurría Ordoñez, en el grupo de su número dos, Enrique Priego Oropeza. Cuentan que el hermano de Bermúdez fue uno de los más importantes financiadores de los proyectos políticos de AMLO.

A pesar de que los informes de inteligencia del Ejército mexicano en el sexenio de AMLO ya habían descubierto y reportado el escándalo de Bermúdez, Adán Augusto renunció a la gubernatura para volverse secretario de Gobernación de AMLO y hasta precandidato presidencial. En las más recientes elecciones, Javier May se hizo gobernador y se empoderó rápido. Primero, porque logró la candidatura a pesar de que Adán y su grupo lo trataron de marginar. Y segundo, porque cristalizó una alianza político-financiera con los hijos de López Obrador a través del joven tabasqueño Amílcar Olán, operador financiero del Clan de los López Beltrán, protagonista de las grabaciones telefónicas donde confiesa la corrupción del régimen y entre muchas otras cosas, se dice “brother” de May y festeja que con él en el gobierno va a poder seguir dominando en el estado.

Desde hace varios meses, la violencia está fuera de control en Tabasco: masacres en bares, matanzas en las calles, quemas de tiendas, narcobloqueos.

El 14 de noviembre pasado, el gobernador May declaró que la violencia de las últimas semanas era responsabilidad de quien había nombrado secretario de Seguridad del estado al líder de una organización criminal. Se refería a Adán Augusto López que cuando fue gobernador puso en ese cargo a Hernán Bermúdez, considerado cabecilla de “La Barredora”, engarzada con el cártel Jalisco Nueva Generación. Al día siguiente trató de calmar las aguas Andy López Beltrán, el hijo del caudillo, quien pública y presencialmente hizo un llamado a la unidad del partido en Tabasco.

No se calmaron las aguas. Ni las políticas ni las de la violencia.

Apenas este fin de semana May se organizó una marcha en su apoyo y por la paz en el estado. Es el gobierno del estado acusando a Adán Augusto López de ser el principal generador de violencia en la entidad. Adán hace como que ni ve ni oye y no hay nadie que lo llame a cuentas.

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