En Palacio Nacional están enojadísimos con “Andy” López Beltrán, el hijo del expresidente López Obrador. Lo responsabilizan del vacío en las casillas para la elección judicial y de los tristes resultados de Morena en las elecciones de Veracruz y Durango.
Me dicen fuentes de primer nivel que Andy recibió todo el respaldo de la presidenta y su partido para encargarse de la operación electoral. No sólo eso: once gobernadores le dieron dinero en efectivo —millones— para aceitar la maquinaria electoral del oficialismo y lograr tres objetivos:
El primero, que acudieran 20 millones de personas a votar en la elección judicial. El segundo, que Morena se quedara con las tres ciudades más importantes de Durango. Y tercero, que el partido aumentara su presencia electoral en Veracruz.
No logró ninguno.
Sólo fueron a votar 13 millones en la judicial, de las tres ciudades más importantes de Durango sólo ganó una y en Veracruz se quedaron con 16 presidencias municipales menos de las que tenían.
Para Andy López Beltrán era la oportunidad de demostrar que no sólo es un junior de la política dedicado a repartir a sus amigos los contratos del gobierno de su papá. Reprobó el examen.
Pero, además, cuentan que impregnó su operación política de una soberbia que le terminó costando: varios gobernadores de oposición le ofrecieron colaborar con el régimen, en el ánimo de no pelearse con la presidenta. Le plantearon escenarios de negociación para repartirse lo que había en juego. Escenarios superfavorables para Morena, aseguran. Relatan que Andy les contestó groseramente, les dijo que les iba a ganar todo y luego los iba a meter a la cárcel. Varios de esos gobernadores de oposición acusaron a Andy con la presidenta Sheinbaum. Aparentemente ella escuchó y dejó correr las cosas. No sólo fueron los de oposición. Mandatarios de su propio partido pidieron a la doctora que Andy sacara las manos de sus estados porque estaba haciendo un desastre.
Llegaron las elecciones de este domingo y el junior se tropezó con su propia soberbia. Ahora, el ajuste de cuentas dentro de Morena está a la orden del día. Y el hijo de AMLO es el villano favorito.
SACIAMORBOS
Diga lo que diga en la mañanera, trate de vender la votación de la elección judicial como la trate de vender, las encuestas favoritas de la doctora Sheinbaum le decían que al menos 20 millones de ciudadanos acudirían a votar en la elección judicial. Esa era la expectativa real en Palacio. Se llevó un balde de agua fría. Y ahorita está concentrada en las maromas tratando de convencer de que el fracaso es un éxito, y que, la verdad, la verdad, con 129 votos ya hubiera sido una maravilla (porque antes los ministros se elegían con el sufragio de los 128 senadores de todos los partidos). Qué triste papel. Mejor debería escuchar el consejo de su gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, quien dijo tras los decepcionantes resultados electorales: “A veces se aprende más de los tropezones, porque se fortalece uno”.
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