“Un reportaje de Loret de Mola, ¿eso para qué se va a aclarar?”.
69 minutos después de decir esto, el presidente López Obrador hablaba en la mañanera del viernes sobre el reportaje El Clan presentado en Latinus en el que se exhibe, con documentos y grabaciones de conversaciones telefónicas, que Amílcar Olán, íntimo amigo de su hijo Andrés “Andy” López Beltrán, recibió un contrato de 300 millones de pesos del gobierno morenista de Quintana Roo.
“Que mi hijo Andrés tiene un amigo y ese amigo recibió contratos en Quintana Roo, y ‘¡qué barbaridad!’ Pues, yo soy amigo de muchísima gente que reciben contratos. ¿Y yo qué tengo que ver?”.
La empresa se fundó este sexenio. En 2021 tuvo ingresos por 73 millones, en 2022 por 304 millones y en 2023 va por 500 millones tan solo en UN gobierno estatal de Morena. El contrato lo resolvieron en unas cuantas horas y tuvo vigencia de 4 días. 300 millones por 4 días de venta de medicinas y material de curación. Pero en la dirección de la empresa hay una tienda de pisos y azulejos.
“¿Está boletinada la empresa? SÍ, pero entonces, ¿qué tiene que ver mi hijo?”.
Como acepta el presidente, la empresa del íntimo amigo de su hijo resultó beneficiada a pesar de que Cofepris la tenía boletinada en su lista de distribuidores irregulares.
“Si demostraran de que él es socio de la empresa, que hay un escrito en donde él le pide al gobierno de Quintana Roo que le den el contrato, él recomienda”.
Como si en México la corrupción se dejara por escrito. Diría el clásico: si no se le acusa de tonto, se le acusa de corrupto.
“Ni amiguismo, ni influyentismo, ni nepotismo, ni corrupción”. Lo que revela El Clan es justo eso: amiguismo, influyentismo, nepotismo y corrupción. ¿A poco un empresario cualquiera se atreve a mangonear a un secretario de Finanzas o a una gobernadora, como lo hace Amílcar Olán en las grabaciones presentadas? Lo hace porque se sabe influyente, se sabe poderoso y se sabe impune.
“Dice tener 40 horas de grabación, presidente”, le preguntaron. “Pues que las dé a conocer todas”, contestó.
Descuide, como se anunció, el del miércoles es solo el primer capítulo del serial de reportajes El Clan en los que se radiografía cómo funciona la corrupción en el gobierno de López Obrador: organizada por sus hijos y canalizada a través de sus mejores amigos.
“Mi hijo Andrés no es como Loret de Mola”. Tiene razón el presidente. Sus hijos son traficantes de influencias que viven como millonarios sin trabajar. Yo he trabajado más de 20 años de cara al público. Yo nunca he ayudado a mis amigos a conseguir contratos. Yo no soy coyote del gobierno de mi papá. Yo no vivo en casas de contratistas del gobierno de mi papá ni recibo sobres amarillos con dinero en efectivo.¿De dónde sacan sus hijos para los camionetones que traen, para las vacaciones esquiando en Aspen, quién paga los boletos de avión en primera clase, la ropa de diseñador, las cuentas en los restaurantes?
El presidente me insulta y calumnia porque no puede desmentir un renglón del reportaje: nunca dice que las grabaciones no son reales, que los documentos son falsos, que el contrato no existe, nunca dice que el beneficiario no es amigo íntimo de su hijo. Y como no puede desmentir, trata de intimidar para callarnos. Aquí se topa con pared.
SACIAMORBOS
¿Y el depa nuevo?