No ha de ser fácil para los dirigentes del Partido Verde navegar un sexenio en el que son aliados del partido en el poder, pero el Presidente los desprecia y los ataca.
No es algo inusual en López Obrador: muchos de quienes se le arrodillan —empresarios, medios, políticos— calculando que con eso obtendrán los elogios y el perdón presidencial, terminan dándose cuenta de que, aún arrodillados, AMLO los insulta en la mañanera.
El Partido Verde decidió aliarse con López Obrador para la elección presidencial de 2018. El artífice de esa alianza fue el exgobernador de Chiapas y hoy coordinador verde en el Senado, Manuel Velasco. Heredó de su abuelo la relación con AMLO, y él la aceitó financiando al hoy Presidente y a su movimiento. El cash y los sobres amarillos le hicieron ganarse un lugar privilegiado en las confianzas de AMLO, y desde ahí, fungió de puente con el dueño del partido ecologista, Jorge Emilio González “El Niño Verde”.
A la cúpula del Partido Verde no le ha ido mal este sexenio, pero tampoco ha recibido el trato que merece un aliado. Tiene las gubernaturas de San Luis Potosí y Quintana Roo, esta última estratégica en los negocios y vida del máximo dirigente del partido. Pero esas conquistas pierden atractivo por las constantes amenazas, amagos y desprecios que han experimentado en el sexenio. No sólo esta suerte de “asquito” presidencial, sino también problemas con los distintos órganos de persecución política: la UIF, el SAT, la FGR.
La relación ha estado al borde de la ruptura en varias ocasiones, pero ha privado el pragmatismo. Pocas cosas se me ocurren más distantes que un militante promedio de Morena y un senador del Partido Verde, pero Morena necesita al Verde para no perder más votaciones en el Congreso y el Verde le ha sacado jugosos réditos políticos a su alianza con el partido en el poder.
Este año viene otra prueba de fuego para la relación Morena-Verde: la sucesión presidencial. Fuentes muy bien informadas me cuentan que hay un enorme hartazgo entre las figuras más relevantes del PVEM por el maltrato recibido del Presidente.
Y si bien su relación es extraordinaria con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López (amigo íntimo de Manuel Velasco), y el canciller Marcelo Ebrard (quien tiene en la bancada verde a muchos de sus más cercanos), lo demás es como agua y aceite.
Si la candidata es la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, el partido Verde puede replantearse su permanencia en la alianza con Morena.
Parece que diciembre es la fecha clave para esta definición, por la firma de los convenios de cara a las elecciones.
Un rompimiento del Verde con Morena sería más que un daño electoral, un golpe a la percepción de que el gobierno y su coalición las traen todas consigo para el 2024: ¿quién querría bajarse de un caballo ganador? Desde luego, no los pragmáticos del Partido Verde, que han sido panistas en tiempos de Fox, priistas en tiempos de Peña y morenistas en tiempos de López Obrador.