Frente al restaurante La Buena Barra de Polanco, en una torre ubicada en la zona más exclusiva de la Ciudad de México, entran y salen funcionarios de la 4T y empresarios influyentes. Ahí despacha Nicolás Mollinedo, integrante del círculo cercano del presidente López Obrador que se volvió intermediario para hacer negocios con el gobierno, según relatos de quienes han acudido al lugar.
“Nico”, como le dicen todos en el obradorato, se volvió famoso porque era el encargado de ir al volante del icónico Tsuru que transportaba a AMLO cuando era jefe de Gobierno del Distrito Federal. Nico no era un chofer convencional. De entrada, su sueldo no era de chofer: ganaba el equivalente a un subsecretario. Luego el propio López Obrador admitió que sus tareas iban mucho más allá que manejar el automóvil símbolo de la austeridad: era el jefe de logística, supervisaba la seguridad y era hombre de todas las confianzas de AMLO.
La influencia, el poder y el dinero de Nico fueron creciendo, y han llegado a un clímax ahora que su pasajero de honor es Presidente de la República. Se le ve en restaurantes exclusivos, paga abultadas cuentas, promete apoyos políticos, impulsa candidatos, amarra negocios. Incluso nuestro colega Claudio Ochoa lo atestiguó y relató en su columna de El Universal. Nico tiene a un hijo de regidor, un excuñado y socio de Secretario del Ayuntamiento justo de Tulum y a un primo que ha encabezado Aduanas (de donde salió bajo sospecha) y el multimillonario proyecto del Tren Transístmico.
Nico y los suyos ya son terratenientes: un reportaje de Isabella González presentado anoche en Latinus revela que los hijos de Nicolás Mollinedo son propietarios de 64 hectáreas en frente de una de las estaciones estelares del Tren Maya: la de Tulum. Y ya las empezaron a desarrollar: de entrada ya tienen un parque turístico con un cenote, palapas, área de comida, regaderas… El parque ocupa una mínima parte del terreno. Hay mucho aún para seguir haciendo negocio.
Ya se imaginará lo que van a subir de precio esos terrenos de Nico y familia con el Tren Maya. Ni modo de no acordarnos de que cuando AMLO canceló el aeropuerto de Texcoco, dijo que lo hacía porque en los alrededores muchos allegados a Peña Nieto habían comprado terrenos para especular. Plop.
SACIAMORBOS
El 29 de agosto en estas Historias de Reportero enlisté una serie de dudas por las que no creía que Ricardo Monreal fuera el candidato de Morena al gobierno de la Ciudad de México, como se decía que sucedería a raíz de un acuerdo político: ese cargo no estaba en la lista de premios de consolación para las corcholatas derrotadas, AMLO no le tiene confianza y no le iban dar las llaves del presupuesto de la Ciudad de México. Ayer se confirmó: Monreal ya no hará un segundo baile de comparsa. Con el de Claudia fue suficiente. Se bajó de la contienda capitalina dejando claro que todo está negociado para que el candidato sea Omar García Harfuch.