Desde hace varios meses, el rector de la UNAM, Enrique Graue, está tratando de mostrarse moderado frente al presidente López Obrador. Ha de estar calculando que así puede controlar su sucesión en Rectoría, dejar en el cargo a alguna persona cercana y navegar el hervidero del 2024 con gobernabilidad en Ciudad Universitaria.
De entrada, han pasado 10 meses desde que Guillermo Sheridan denunció el plagio de la tesis de Licenciatura en Derecho por la UNAM de la ministra del obradorato, Yasmín Esquivel. Ella interpuso un recurso legal para congelar el proceso de análisis de la autenticidad de su tesis en la UNAM y la Rectoría parece muy cómoda con ello. Feliz con el tortuguismo. Sin ningún apetito de explorar otras rutas para exhibir el fraude académico de quien ocupa un asiento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al no emitir su resolución sobre el plagio, evita confrontarse con el presidente, que tiene en la ministra Yasmín a una incondicional.
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No es la única señal de cordialidad hacia Palacio Nacional. El trato diferenciado a las denuncias de plagio de las dos principales aspirantes presidenciales raya en lo escandaloso. Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum están acusadas más o menos del mismo tipo de plagio: publicar en sus tesis párrafos de otros autores y no citarlos correctamente. La UNAM tardó un día en reaccionar ante la denuncia de plagio de Xóchitl para anunciar una investigación, estableció una suerte de tribunal ante el que hizo comparecer en el Palacio de Minería a la futura candidata opositora. En cambio, ante la denuncia de plagio de Claudia, la UNAM no se ha pronunciado ni ha anunciado ninguna investigación, y eso que ya pasaron tres semanas. Intocable.
A cambio de estas señales de cordialidad, el rector se ha atrevido a lo que no se habían atrevido sus antecesores: entre los diez finalistas a la Rectoría, seis son de su gabinete, de su staff. Es normal que el rector saliente coloque a una o dos figuras para que sean sus barajas en la sucesión. ¡Graue puso a seis de diez!
Leonardo Lomelí es el Secretario General. Luis Agustín Álvarez Icaza es el Secretario Administrativo. Patricia Dávila encabeza la Secretaría de Desarrollo Institucional. Imanol Ordorika es Secretario de Evaluación Institucional. Guadalupe Valencia es la Coordinadora de Humanidades. William Lee es coordinador de Investigación Científica. Todos tienen doctorado.
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Si bien la aguja de género puede favorecer a que se elija a la primera rectora (y ahí despunta la doctora Dávila), destaco tres nombres por ser guiños a la campaña de Claudia Sheinbaum: Ordorika, Álvarez Icaza y Lee. Con los tres se sienten cómodos tanto el rector saliente como la candidata del oficialismo.
Parece que aún hay personajes de poder que no han aprendido cómo es López Obrador: si estás en su lista negra, no te va a sacar. Podrás buscar puentes y tender la mano. Podrás quedarte con la idea de que existe una buena relación. Será un espejismo. Ya que te arrodillas, el presidente te va a insultar de nuevo y va a imponer su voluntad. La humillación es el destino de quienes no lo enfrentan. Hay decenas de ejemplos. Ya no es una sorpresa. Vamos en el año cinco.