Parece que los partidos de la alianza opositora no tienen prisa. Actúan como el equipo de futbol que administra el tiempo porque va ganando en el marcador. En realidad, van abajo en las encuestas.
No es sólo eso. No parecen acusar recibo del brutal golpe anímico, político y económico que representa la holgada derrota que les propinó el obradorato en el Estado de México.
Y encima, la señal que han mandado los dirigentes nacionales ha sido que la candidatura presidencial la organizan ellos, la negocian ellos y la definen ellos. Incluso antes de la jornada electoral del domingo, con cada vez más sinceridad, mandaban señales de que las organizaciones de la sociedad civil que se oponen al obradorato iban a tener un papel secundario ?importante, pero secundario? en la definición de las candidaturas.
La semana pasada en estas Historias de Reportero le adelanté que en la cúpula de Morena les dijeron que la línea del presidente López Obrador era que él quería levantar la mano a su corcholata ganadora a más tardar a mediados de septiembre. Para ello, tendrían que emitir la convocatoria en estos días de junio, depurar la lista de corcholatas (esperan decenas) con un consejo de notables y luego someter a las corcholatas a una doble batería de encuestas: primero quedarían tres, y finalmente una.
¿Qué dicen en la esquina de enfrente? Según mis fuentes en el seno de la alianza opositora, donde se ha planteado que el PAN lleve la voz cantante en la organización del proceso para elegir candidato presidencial, este es el calendario tentativo:
1.- A finales de junio abrirían un periodo de aproximadamente tres meses para que los aspirantes junten un millón de firmas de respaldo. Al finalizar este periodo se hace un primer corte: quedan fuera los que no hayan juntado su millón de firmas.
2.- Inmediatamente después se realiza una primera batería de encuestas que mida qué tan conocidas son las personas y qué porcentaje del electorado los apoya. Quien no tenga 40% de conocimiento y 15% de las preferencias, queda fuera.
3.- Con los sobrevivientes, entre octubre e inicios de noviembre se realizan tres debates en distintos lugares del país.
4.- Terminados los debates se realiza una segunda batería de encuestas para medir las personalidades, las preferencias electorales que despiertan y la fuerza de los partidos políticos de la alianza.
5.- Todo con el objetivo de tener candidato(a) presidencial el 15 de noviembre.
Este calendario está aún sujeto a la negociación. Y, de entrada, enfrenta dos problemas: el primero es que estaría definiendo la candidatura presidencial de la alianza opositora dos meses después que Morena; y el segundo es que las organizaciones de la sociedad civil que respaldan a la alianza han pedido incluir un proceso de elección abierta con casillas y urnas instaladas por todo el país y hasta quizá un método digital para despertar una participación más directa y activa de los posibles votantes.
Pasado el domingo, ya todo está enfocado en eso.